ㅤㅤi. Living sea

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Un seguro izar de la vela del pequeño, pero acogedor, bote, fue la clave para demostrar que la fémina de cabellos dorados le daba cierre a su vida tranquila, cotidiana y pacífica, libre de contratiempos, con el fin de adentrarse en las tempestades que traía consigo las profundidades del mar. Le decía adiós no solo a esa vida, sino también a sus padres, los cuales fueron un apoyo incondicional desde el momento uno. A sus vecinos, quienes fueron los primeros en hacerla sentir partícipe de algo, y también a los distintos piratas que una que otra vez visitaron su pequeño pueblo en busca de provisiones y descanso, mismos que le brindaron la fuerza para atreverse a salir y descubrir el mundo por sí misma, con la única diferencia de sin ir a buscar autoproclamarse una pirata, muchos menos como una marine.

Sus progenitores estaban ahí, acompañándola para dar el siguiente paso como si estuviese recién aprendiendo a hacerlo. Observaban a su pequeña, ya no tan pequeña, hija, que reunía mucha fuerza y valor, sabiendo de todo lo que era capaz. Ellos fueron los primeros en darse cuenta de todo el potencial que ella traía dentro de sí, el cual fácilmente podría permitirle ayudar a miles de personas a encontrar su rumbo en el mundo y no perderse por las avaricias incontables que este poseía, ni tampoco por los numerosos misterios que a cualquiera lo hacían perder la cabeza en cuestión de segundos una vez se daban cuenta de estar dando vueltas en círculo, sin ninguna salida.

La joven y bella chica buscaba entre sus pertenencias para asegurarse que ningún artículo personal se escapaba de sus manos. Llevaba lo justo y necesario, pero temía olvidar algo importante o que le hiciera desprenderse más temprano que tarde de sus orígenes. No miraría en menos todo lo que logró aprender en aquella isla, donde vivió una vida pacífica, y, ahora con diecisiete años, se daba cuenta que necesitaba escalar un poco más con sus ambiciones y metas, en el buen sentido sin duda alguna.

No le atraían para nada los tesoros, las joyas o cualquier cosa, fuese tangible o no, que caracterizaba tanto a su generación. No estaba tampoco en contra de ellos o de su espíritu libre, hasta cierto punto lo admiraba, solo que ella poseía otro concepto cuando de libertad se trataba. Por ello, tampoco buscaba exhaustivamente que los demás cambiasen de parecer, cada uno era dueño de su destino y ella lo aceptaba, lo único que jamás aceptaría sería ver que las ambiciones de otros interrumpiesen su camino.

Hasta entonces no planeaba hacer problema alguno por ello.

Una vez pudo asegurarse que traía todo lo de valor para ella, compuesto por un par de ropajes adecuados para su cuerpo y distintas temperaturas que podía enfrentar más tarde, fotografías de ella con sus pares y progenitores, un poco de comida porqué solía ser alguien bastante hambrienta en casos de aburrimiento, algo de dinero que venía ahorrando por si necesitaba, o quería, refugiarse en algún hospedaje hasta tener un rumbo más fijo, una buena cantidad de libros a modo de combatir la soledad y, por supuesto, una infaltable utilería de navegación para no perder, literalmente, el rumbo.

Estaba satisfecha. Pensó en varias ocasiones llevar una lista de pertenencias más grande, pero al final acabaría por llevar todo y serían más cosas que bote, así que no le convenía para nada. Además, tampoco se iría de la isla de manera eterna, sí, disfrutaría del viaje sin importar el tiempo que este tomara, sin embargo, también quería regresar un día a su hogar y vivir, una vez más, una vida tranquila. Esta vez, libre de arrepentimientos, puesto que día y noche pensaba en cómo sería recorrer el mundo por las suyas, sin aprovecharse de otros o no siendo del todo honesta, así que ese momento sería, sin duda alguna, inolvidable.

Le dio los últimos dos besos en las mejillas de cada uno de sus padres, puesto que consideraba que uno para cada uno no era suficiente. Tras eso se adentró al bote, tambaleándose un poco, el cual la esperaba gustoso, casi queriendo preguntar cuál era el siguiente destino a partir de ahí. Y si su medio de transporte hubiese podido alzar la voz e interrogarla, la verdad era que no sabía cómo responderle. Solo quería que la corriente la llevase a la zona más cercana, quizá una que ya conocía de antemano por los distintos viajes en busca de suministros que ya hizo, y luego de eso ya sí que no tenía nada previsto; sentía que la sorpresa era mejor que la planeación, esta te hacia tener expectativas fijas y aburridas, la sorpresa, todo lo contrario.

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⏰ Última actualización: May 10 ⏰

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DEEP WOUNDS ( monkey d. garp )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora