Capítulo Dos.

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—¿Porqué Tom quiere matarnos?
—Creo que es porque vio a su ex novia con su amigo, no entendí muy bien.
—Ah, más vale que lleguemos pronto.

Emma se ajusta más el cinturón, justo cuándo aparco enfrente de la casa de mi padre.
Emma llegó a casa, cinco años antes de hoy, su madre murió y una noche una trabajadora social tocó la puerta, resulta que mi padre tuvo una relación extramarital con una mujer que trabajó con él, de esa relación nació Emma.
La noche en que Emma llegó mi madre le pidió el divorcio a mi padre, y entonces en casa solo fuimos Emma, mi padre y yo.
Tres años después de eso, yo me mudé y ahora en casa solo estaban mi padre y Emma; pero pasaba mucho tiempo con ella, últimamente y desde que cumplió los quince no era tan insoportable como cuando llegó a casa.

—Gracias por ese viajecito de terror, Tom.

Emma baja del coche y camina hasta llegar a la puerta de entrada.

—¿Entraras a casa?
—No, quizá regrese más tarde.

Ella asiente y después llevó a liza al edificio en donde vivimos.
Liza vive en el mismo edificio que yo, también tiene una llave.

—Tom ¿Te encuentras bien?
—Si, yo estoy bien.
—¿Quieres hablar de lo que ocurrió hace un rato?

Además de ser mi asistente-niñera ella también es mi amiga. La miro y niego con la cabeza.

—Quizá más tarde.
—Está bien, ¿A dónde irás?
—Iré a ver a Georg.
—Está bien ¿Quieres que ordene la cena?
—No, te dije que tendrías lo que queda de la tarde libre.
—De acuerdo, entonces te veo mañana.

Cuándo me quedé solo, tardó un par de segundos y entonces llamó a Georg.

—Hola, Georg. ¿Podemos vernos?
—¿Ahora mismo?
—Es urgente.
—¿Por qué no le hablas a Andy? No es que no quiera verte, es solo que tengo una cita importante.
—Por favor, amigo.

Se demora un par de segundos en contestar.

—Te veo en el bar que está cerca de la casa de Andy, en media hora.
—Te estaré esperando.

Corto la llamada y conduzco a una velocidad prudente.
Unos años después de terminar la escuela, Andy, Georg y yo nos habíamos separado. Cada quien escogió una carrera diferente, aunque la de Andy y Georg era similar; con Adela intentamos tener una relación a distancia, pero no funcionó. Recuerdo bien la última vez que la vi, ella estaba estudiando en Estados Unidos. Yo fui a visitarla, porque necesitaba aclarar un malentendido.

En una revista sensacionalista me acusaban de ser un libertido, ser el hijo mal educado de uno de los empresarios más importantes del país.
¿Qué culpa tenía yo de ser atractivo? De que las chicas se me acercarán, de que quisieran pasar la noche conmigo. Adela estaba lejos y yo era un niño. Un niño que solo se divertía.

Cuatro años antes.

El aroma a vainilla en el aire me estaba mareando. Adela me dijo que la esperara en su departamento. Llegué a las 5:00 am, ella no me esperaba pero no fue capaz de correrme.
Cuando desperté el desayunó estaba listo, pancakes, huevos, tocino, jugo.

Lo primero que hice al despertar fue recorrer el departamento de Adela, era pequeño con una sola habitación, pero estaba en una zona muy bien ubicada y no le quedaba lejos de la facultad. En la sala tenía un sofá de color azul marino y en la mesita de noche una foto con su familia original, su madre que murió de cáncer cuando ella tenía 13 años, su padre que se dió un disparo dos meses después de la muerte de su mamá.
La madre de Adela se veía tan delicada, incluso en fotografía era obvio que el cabello rojo lo había heredado de ella, pero viéndolo mejor Adela era la versión femenina de su padre, las facciones de su rostro más delicadas. A lado de esa fotografía estaba la familia que había construido con sus tíos Simone, Gordon y su primo Bill.
Deje ambas fotografías en la mesita de noche y entonces camine a la cocina, en el refrigerador habían un montón de fotos de su época en la secundaria; conmigo, con Bill, con su mejor amiga Ariana, Gustav, he incluso una fotografía conmigo, Andy y Georg, ella estaba vestida de chico.
Sonreí al recordar ese malentendido, y cómo lo solucionamos.

Como antes (Tokio hotel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora