1

15 3 0
                                    

---

Una mañana como cualquier otra, saludó a uno de sus compañeros de trabajo y mejor amigo, Étienne. De cariño le decía "Eti", y la mayoría lo llamaba así por la difícil pronunciación de su nombre en francés.

"Parece que alguien despertó de buen humor", dijo su amigo, sacando algunos mechones de su cabello rojo de la cara.

"Y que lo digas, hoy tengo un buen presentimiento", respondió el rubio con una gran sonrisa, mientras tomaba una pequeña taza para llenarla de café en la cocina de la guardería.

Draco había comenzado a trabajar allí un año después de salir de la guerra. Se encontró por accidente con Eti, quien lo trató muy bien y lo invitó a un café. Draco le comentó que no tenía hogar ni trabajo, y Eti le avisó que estaba empezando a trabajar en una pequeña guardería. Draco aceptó y, cuatro años después, seguía allí, habiendo forjado una increíble amistad con el pelirrojo y un gran amor por los niños pequeños.

Su guardería se enfocaba en enseñar lo básico a los niños y en ayudar a aquellos que tenían dificultades motoras o de habla, con personal especializado para atender esos casos.

Draco era el encargado de aspectos básicos, como el aseo personal, las habilidades sociales y el desarrollo cognitivo. Estaba feliz con su trabajo, tenía su propio apartamento, algunos ahorros que logró rescatar de su antigua mansión, veía seguido a su madre, y sentía que tenía el mejor trabajo del mundo.

Con una gran sonrisa, entró a su salón, donde dos niños pequeños ya lo esperaban: Tomás y Tobías. Se agachó para recibirlos con un gran abrazo y les preguntó cómo había sido su semana.

"¡BIEN! Eeh... Tob y yo gu-... ¡jugamos!" Empezó a decir Tomás, un pequeño de tres años que tenía dificultades para hablar correctamente.

"¡Sí! ¡Fuimos al parque! Y Tommy me compró un helado", añadió su amigo, quien, a diferencia de Tomás, era muy expresivo y hablador.

Draco recordaba lo mucho que le costó que el pequeño Tommy empezara a hablar más de dos palabras correctamente. Sabía que no debía presionar a los niños, pues eso podría causarles frustración y retrasar su progreso en lugar de impulsarlo. Pero se alegró tanto de que Tommy hablara que, al final del día, les compró un helado a él y a Tobías. Desde entonces, se habían convertido en sus pequeños preferidos.

"Oh, es 'helado' con 'd', Toby, pero me alegro mucho por ustedes. ¡Espero que este fin de semana sea igual de divertido!" Les dijo con una sonrisa llena de cariño, mientras veía a los niños asentir y reír mientras se dirigían a sus asientos.

El tiempo pasó, y su salón se fue llenando. Justo cuando estaba por comenzar la lección sobre animales menos conocidos, escuchó la puerta. Se acercó algo extrañado y se quedó paralizado al ver unos ojos verdes esmeralda que tenía grabados en su memoria. Allí, en la puerta de su salón, estaba el que alguna vez fue su enemigo.

"¿Draco? ¿De verdad eres tú?", escuchó la voz de Harry Potter. Draco asintió, sintiéndose algo enfermo de repente. Parecía que Harry lo notó y dio un paso hacia él, pero Draco, por instinto, se alejó rápidamente. Harry, al darse cuenta, tosió un poco.

"Lo siento por eso, algunas cosas no se olvidan", dijo con una risa incómoda. Luego suspiró. "¿En qué puedo ayudarte?"

"Oh, sí. Bueno, mi hijo y yo vamos a entrar aquí. Él estudiará y yo trabajaré. Dijeron que podían admitirlo si no estaba muy cerca de mí, ya sabes, para evitar que desarrolle algún tipo de dependencia hacia mí en esta etapa de su vida. Me recomendaron ponérselo al mejor profesor de la guardería, así que espero que no te moleste tener a mi hijo en tu clase."

teacherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora