PROLOGO "EL COLOR ROJO"

15 2 13
                                    

"Oye, ¿por qué siempre rojo?”

Preguntó él mientras seguía de cerca a la chica frente suya, solo a unos pocos pasos por detrás, siempre debía de ser así.

“¿El rojo?”

Ella respondió con otra pregunta, él no sabía si jugaba como de costumbre o si de verdad no había entendido su pregunta, ¿quizás la había formulado mal?, pese a todo ella siguió caminando sin siquiera a volterlo a ver un segundo.

“Si, siempre vistes algo de color rojo”

El volvió a preguntar de una forma más específica, sentía pena de no haberse podido expresar de la forma que quería, tanta que incluso se había sonrojado.

“Oh, eso es por que me gusta el color”

Parecía que se contenía para no reírse de él. Mientras ambos caminaban por el camino de la escuela hacia su casa, los pétalos de la sakura comenzaron a caer alrededor de ambos como si propiamente bailaran. Ella se detuvo para ver ese dulce espectáculo, bajo el atardecer del sol de primavera ella finalmente lo volvió a ver a los ojos. Su cabello rubio y largo se agitaba con el viento a la vez que brillaba como si fueran delgados hilos de oro, sus ojos azules también resplandecían, en realidad todo de ella parecía brillar como el sol mismo, fue entonces que sus finos labios se movieron pronunciando unas palabras tan dulces pese a no tener esa intención.

“La verdad es que eh escuchado que el rojo es el color de los héroes, ¿tú no?”

“¿El color de los héroes?”

El preguntó pese a saber ya la respuesta.

“Sip, el color rojo representa la pasión, la valentía, y el sacrificio de los héroes, por eso superhéroes como spiderman, superman o iron man lo utilizan”

“¿Entonces quieres ser un héroe?”

Realmente él Preguntó sin siquiera pensarlo, solo fue instinto por saber lo que ella estaba pensando. 

“Para nada, sinceramente, Takato. Yo creo que tu tienes todo para ser un héroe si te lo propusieras” 

Los ojos del chico demostraban su sorpresa, ¿el, un héroe?, era ridículo si él decía eso, pero muy en el fondo él sabía que si ella lo decía quizás podía ser cierto. Mientras el sakura seguía soplando, los ojos de ella no se despegaron de él, su sonrisa perduró y la bufanda roja que rodeaba su cuello se agitaba gracilmente. En aquel momento su corazón pareció detenerse por capricho de ella, sin duda él estaba perdidamente enamorado, el se insultó varias veces en su mente por ello. ¿Cómo podía enamorarse de la hija del profesor Emil?, él era su tutor legal desde que sus padres murieron en ese accidente de avión. 

“Llamando a tierra Takero, ¿estás ahí?”

Sus pensamientos fueron interrumpidos por la chica, ella estaba muy cerca, olía a vainilla en realidad. 

“Te he dicho que no me llames Takero” 

“Ay, solo es una bromita Takato-kun”

“Tampoco me llames así, Nadia ”

Si antes él rostro de Takato era algo rojo ahora parecía un semáforo. 

“jaja, perdóname. Pero eso me recordó que me debes unas clases de japonés”

“Y tu me debes de ruso”

“Ahí vas otra vez, que sea rubia no significa que hable ruso. Papá es de California y mi mamá de lima”

“Si bueno, eres una mezcla de estadounidense y peruana y ni siquiera hablas bien ninguno de los dos idiomas”

“Hijo de la maraca, a ver que perrho palabra no pronunció bien” 

“¿en serio?”

Ella se quedó en silencio un segundo mientras analizaba lo que había dicho. Después de unos segundos ella lo volvió a ver toda sonrojada. Con una ligera sonrisa él volvió a hablar.

“Ya no hagas pucheros, regresando a casa te enseño algo”

Nadia entonces comenzó a caminar mientras intentaba pronunciar bien la palabra

“Perrho, perjo, peko, ¡puta!”

Y así una vez más ambos siguieron por su camino, solo que esta vez ella bajó la velocidad de sus pasos. Ahora y por primera vez en mucho tiempo estaban caminando uno al lado del otro. El no pudo evitar sonreír de oreja a oreja aquel día. Ese día fue el último día de primavera y también fue el último día de su mundo antes de que colapsada sobre las mismas mentiras que lo construyeron. 
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
Mientras sus huesos eran recubiertos por nano-metal él se dio cuenta que le falló a ella ya hace mucho tiempo. No podía creer que las cosas habían acabado así y que su tiempo juntos había llegado tan pronto a su fin. Todo parecía un mal recuerdo, todo lo que parecía ser feliz ahora era muy triste. Desgarrando su carne y reemplazando sus órganos por unos sintéticos el solo podía desear regresar el tiempo atrás aunque nunca lo pudiera lograr. Finalmente su interior se llenó con aquella energía que vivía en todos los seres vivos, aquella que le daría la oportunidad de quizás hacer está vez la cosas bien. Sin embargo por, y por alguna razón que ni el ni los científicos de negro entendían, sus ojos se llenaron de color rojo, aquel rojo que se suponía que pertenecia a los héroes. El mismo color de la sangre de ella.

SHIN KAMEN RIDER AMAZONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora