Me levanté de golpe y estaba donde antes, en la colchoneta de la cuerda floja.
-¡Levántate!¡Otra vez!-
Me dió con el látigo
Rápidamente me levanté y volví a subir las escaleras y me acerqué a la cuerda y lentamente comencé a caminar por ella.
Cuando iba por la mitad recordé la pesadilla, lo que me hizo entrar en pánico, pero de una forma que me hacía no querer caerme en absoluto.
Crucé la cuerda, incluso yo me sorprendí, pero sentí que al menos todos mis esfuerzos no fueron en vano.
-¡Bien!, ¡Podéis descansar!...¡Y tú baja de ahí de una vez!
Bajé por las escaleras
-¿Me...?
Me abofeteó y comencé a llorar en silencio
-¡¿Quién te crees que eres para dirigirme la palabra?!, ¡Cállate!...Hoy dormirás en el sótano y no cenarás
Tan solo asentí con la cabeza y caminé mientras él me empujaba hacia el sótano con insistencia.
Entré en el sótano y cerró la puerta con llave.
Me quedé sola con mis pensamientos.
Nunca pregunté porque, ¿acaso debería?, no...tan solo dolería más...la razón por la que me metieron aquí...
Me senté en el suelo y apoyé mi espalda en la pared, aún dolida por los latigazos y sin darme cuenta me dormí
-¿Tienes miedo?
-No...
-Mientes, sé que mientes
-¿Donde estoy?
-En tu cabeza, vacía y sin color como la tortura blanca
-¿Este es mi interior?
-Sí, ¿No has notado que no sientes nada emocionalmente?
-Si es mi cabeza...¿Qué haces tú aquí?
-Es porque soy tú, soy una parte tuya, aquella que quiere venganza, aquella que quiere salir...pero sin tu permiso no puedo...¿Quieres salir?
-Sí...
-En ese caso, ¿Me dejarás tomar control?
-Si, porfavor, quiero salir
-Bien, entonces solo descansa
Sentía como si estuviera en mitad de un charco poco profundo, pero me tapaba de pies a cuello, solo mi cabeza sobresalía, estaba tan...tranquila..., y tenía ropa, pero no se mojaba.