Erase una vez, una niña risueña llamada Erinn Joyce de ojos claros como el agua, piel blanca y suave,cabello ondulado y cobrizo, con una personalidad tan encantadora que hasta el día se tornaba soleado cuando a ella la escuchaban reír...
-Mamá, el día no puede cambiarse solo porque ella estuviera feliz... me gustaría escuchar un cuento más realista.
-Patrick, podrías dejarme contarle la historia a tu hermana.
-Sigue ma....deja a Patrick que hable solo..
La señora Liner miró tiernamente a la niña y continuó la historia: La delicada criatura era hija de Eire, su madre y Lewis, su padre. Ambos personas cultas que se ganaban la vida de forma honesta. Lewis, por su parte, era un cartógrafo importante en el pueblo, distingo en nuestro hermoso país de Irlanda. Debido a ello tenía que viajar constantemente en representación de su nación, viéndose él y su familia afectadas por su tan frecuente ausencia. Sin embargo , esto no fue causa de ninguna desgracia para la bella Erinn, su madre se encargó de que no viera el hecho como un defecto sino más bien como una oportunidad de vivir aventuras y compartir con más amistades.
De noche Eire le contaba sobre la leyenda del anillo de Claddagh y las narraciones arturianas con la princesa Isolda de Irlanda, haciendo que Erinn se convirtiera en una joven romántica y soñadora, pero sobre todo fiel a los demás.
-Eso si que me gusta... el anillo de Claddagh, algún día yo crearé mi propia leyenda, verdad abue..?
-Por supuesto que si Patrick...
-Qué ocurrió con Erinn después?
-Despacio Rhina...ya le sigo contando...Erinne ayudaba a su madre en todo lo que podía..ordeñaba la vaca y le daba de comer a Ren y a Corn dos venados que se habían encariñado con ella, mientras su madre trabajaba en la pequeña floristería que le había comprado Lewis. Y es que aunque el señor Lewis era un hombre importante, en Irlanda la libra no rendía para mucho, a causa de una crisis que afectaba con creces a los habitantes.
Dos años más tarde Lewis murió, le había dado fiebre Tifus y no pudieron los médicos sanarle...
La señora Liner pareció haberse tomado un respiro, de aquellos en los que la nostalgia suele ser abrumadora y continuó.
Erinn y Eire quedaron devastadas, cada una sentía que había perdido parte de su alma. Su escasa presencia no logró que el amor que le tenían se desvaneciera. El día de su entierro acudieron muchas personas, en ellas invadía el remordimiento unas veces y otras consolación. Pero de alguna u otra forma existía un terrible pesar, se había ido un miembro de la familia, y no cualquier miembro, un ser intachable.
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Flores en el viento
De TodoQuerida Erinn: Solo te escribo para decirte que lamento mucho el fallecimiento de tu madre, y que debido al hecho, tengo el deber de anunciarte que me ha dejado a cargo de tu cuidado, de forma que pasaré por usted la próxima semana. Se despide, La...