Caminábamos mis padres, mi hermano y yo por las calles de Haití buscando el camino a la playa cuando vi unas estatuillas preciosas en un puesto del mercado y pare por un momento a verlas, no alcance ni a acercarme cuando perdí a mi familia de vista y todo se tornó negro.
***
Desperté con un dolor de cabeza horrible que se hacía cada vez más fuerte con el frío que sentía, el piso estaba frío y ni una cobija había, ciertamente mis padres habían escogido el peor hotel de Haití. Pero, ¿que el hotel no tenía habitaciones de dos pisos e incluso dos baños con bañeras? ¿Entonces donde estoy? Entre la oscuridad de dondequiera que este busque a tientas a mi mamá o a mi papá, incluso a mi hermanito pero no había nada. Fue ahí cuando llego el miedo, sentí un vacío en mi estómago como el que causan las montañas rusas y así sin más empecé a llorar, me acosté otra vez en el frío piso en posición fetal abrazándome a mi misma y seguí llorando y llorando, como si eso fuera a arreglar esto de algún modo.***
-Si señor, ya tenemos otra.-Intenté sonar lo más seguro posible y aún así sabía que se notaba el nerviosismo que sentía en ese momento.
-¿Solo una? ¿Eso es todo? ¡Te pedí al menos 2! ¿Y así esperas mantener tu puesto? Siempre supe que debí dejarte en el orfanato en vez de traerte.-dijo casi arrancándose los pelos.
-Lo lamento, pero después de todas las de la semana pasada ya no es tan fácil, ¡estuvo en las noticias! Que ésta se haya distraído fue pura suerte, desde hace unos días la gente se ha vuelto más precavida, ¡la familia de esa niña debe ser muy tonta para dejarla sola!-no pude evitar soltar una sonora carcajada.
-Cállate ya, quiero que salgas y consigas unas más no sin antes traerla para revisarla ahí sabremos su destino.- Abrió su portátil y siguió haciendo lo que sea que haga ahí.
-Si señor.
Ahora mismo saldré a buscar muchas muchas nenitas como le gustan a su cliente, por primera vez estará orgulloso de mi. Debe estarlo después de esto.