Deux

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Desperté por una luz muy fuerte que me daba en los ojos, por fin sabría donde estaba. Abrí los ojos y me encontré con un muchacho de unos 20 años vestido todo de negro mirándome impaciente, como esperando una reacción de mi parte, yo estaba muy ocupada asimilando la situación para darle la reacción que esperaba así que me puse a ver la habitación donde estaba, era una habitación sin ventanas, completamente hecha de pavimento con una puertecita de hierro, sin duda ni una salida.
-Vámonos.- dijo abriendo la puertita con una llave que traía colgando del cuello y saliendo a través de ella, luego de unos segundos salí detrás de él por aquella puertita. Esta conducía a un pasillo con tapetes rojos a lo largo y por las paredes de éste, del techo colgaban cadenitas delgaditas color dorado y habían dos candelabros grandes e imponentes a lo largo del pasillo, a cada lado de la pared habían varias puertas más y al fondo había una puerta de madera café oscura por la que entramos para encontrarnos con un escritorio de madera tras el que estaba sentado un hombre un poco mayor, de unos 30 años vestido de traje, tras él había una mujer vestida solamente por un brasier negro, unos calzones con liguero y unos tacones negros de unos 10 centímetros, traía el labial y el delineador corrido, el cabello despeinado y sucio, y sostenía un cigarrillo casi a la mitad entre los dedos. ¿Quienes son estas personas? Y ¿donde estoy yo?
Aquel hombre me veía de arriba a abajo como buscando alguna clase de defecto y cuando terminó su inspección sonrió victorioso y devolvió la vista a su portátil donde tecleó algo, luego de unos segundos que se me hicieron eternos finalmente hablo:
-Párate derecha y da una vuelta- yo estaba congelada y solo me quede ahí parada.- ¿Qué no me oíste? ¡Maldición Aron trajiste a una sorda! ¿Es que no puedes hacer nada bien?- Sus gritos me sacaron de mis pensamientos y di la vuelta que me había pedido sin saber porqué, supongo que me asustaba lo que pasaría si no lo hiciera.
-Ah, si escucha. Niña detente, ven aquí ¿sabes hablar? Di algo niñita joder!
-Amm.....si.
-Oh Dios de los cielos si habla, sabe hablar! Es un milagro, lo oíste Aron? Oíste Beatriz? Habla!-Dijo con ironía para luego volver a su actitud seria y arrogante. El teléfono empezó a sonar y este contesto, yo me puse a detallar las caras de los demás presentes.
-Si, es...-se volteó a verme- no muy alta, pelo castaño, liso, está muy buena para ser una niñita...-dicho esto me miró mordiéndose el labio inferior- no creo que sea mayor de edad pero tiene las caderas bastante anchas...¿las tetas? No son pequeñas, pero tampoco grandes.... Además, es virgen.-¿Qué? ¿Cómo saben eso?-
Sí, sí, okay mañana a las seis la tendré lista, okay adiós.
¿Mañana a las seis? ¿Qué pasará mañana a las seis? Sentí mucho miedo en ese momento y antes de que pudiera analizar lo que pasaba aquel muchacho de negro, Aron creo que se llama, me agarro muy fuerte del cabello y me llevó casi arrastrada a una de las puertas que había en el pasillo
-Hey tonto! No la lastimes, la necesito nuevecita para mañana. Esa niña no puede tener ni un rasguño, ¿me escuchaste?- oí la voz de aquel hombre al fondo del pasillo.
-Mira, esta es tu...llamémosla habitación, quédate aquí, no salgas, no hagas ruido alguno, no intentes salir o pedir ayuda o será peor.-Me empujó a la cama haciéndome golpear la cabeza, al notalo se me acercó y tras comprobar que todo estaba bien y no me había herido continuó-En un rato escucharás una campana, es la hora de comer, no comas mucho cerda, te necesito así como estás o incluso más delgada entendiste? Y no vayas a dañar nada o tendré que cobrártelo- dicho esto se fue dando un portazo, dejándome sola con mis pensamientos. ¿Qué hice yo para merecer esto?

***

Estaba a punto de quedarme dormida cuando escuché aquella campanada de la que Aron me había hablado y me pare enseguida dirigiéndome a la puerta, cuando la abrí me encontré con muchas, realmente muchas mujeres y niñas de todas las edades, iban desde unos 10 años a 40 no traían más que un baby doll o ropa interior, incluso las niñas chiquitas traían tacones altísimos y brasieres de encaje que ni siquiera llenaban. ¿Habrán llegado ellas aquí de la misma manera en la que llegué yo? Me dolió muchísimo verlas, pero lo único que pude hacer fue guardarme mis lágrimas y seguirlas, al fin y al cabo no hay mucho que yo pueda hacer, menos ahora.

***
Me senté en mi cama con mi plato de algo que llamaban comida, tenía tres cosas que parecían puré y todos de diferentes colores, naranja, verde y amarillo blancuzco. Qué asco. Comí unas tres cucharadas de ese revoltijo y dejé el plato a un lado. Me senté en un borde de mi cama y me dejé caer para atrás, observando el techo, me pregunto como la estará pasando mi familia ahora, ¿estarán preocupados buscándome? Pensé y pensé en todo lo que podríamos estar haciendo y sin notarlo, en un abrir y cerrar de ojos me había quedado dormida.

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