En la vibrante década de los 80s, en una ciudad donde las divisiones sociales están marcadas, George, un joven de clase alta, vive en una lujosa mansión junto a sus adinerados padres. Dream, por otro lado, es un chico de clase baja que lucha por sob...
Unos meses después, la amistad entre George y Dream había evolucionado de manera excepcional.
A medida que pasaban más tiempo juntos, compartían no solo risas y confidencias, sino también una profunda complicidad que iba más allá de las barreras sociales impuestas por el entorno en el que vivían. Sin embargo, esta conexión especial estaba marcada por la necesidad de mantenerla en secreto, especialmente debido a la rigidez y el conservadurismo de la madre de George.
En una tarde soleada, mientras descansaban en el jardín trasero de la mansión, Dream decidió abrirse sobre sus preocupaciones académicas.
"Es realmente difícil para mí concentrarme en la escuela"
confesó, dejando escapar un suspiro de frustración.
"A veces, siento que estoy luchando contra corriente, tratando de equilibrar las responsabilidades familiares y académicas".
George asintió comprensivamente, ofreciendo su apoyo.
"Entiendo cómo te sientes" admitió con empatía.
"Para mí, la situación es diferente. Tengo la suerte de no tener que preocuparme por el dinero o las deudas. Pero eso no significa que no pueda entender tus dificultades".
La conversación se prolongó, con Dream compartiendo sus desafíos personales y George ofreciendo palabras de aliento y solidaridad. A medida que hablaban, la complicidad entre ellos parecía crecer aún más, fortaleciendo los lazos de su amistad.
Después de un rato, George propuso un cambio de ambiente y sugirió ir a su habitación para jugar un poco a Street Fighter.
Dream aceptó con entusiasmo la invitación, agradecido por la oportunidad de divertirse y relajarse después de un día agotador.
Una vez en la habitación de George, se sumergieron en el juego, dejando de lado temporalmente sus preocupaciones y responsabilidades.
Rieron, se desafiaron mutuamente y disfrutaron de la emoción del momento, compartiendo una conexión única y especial que solo ellos entendían.
Sin embargo, su momento de diversión fue interrumpido abruptamente por los gritos urgentes de la madre de George, quien lo llamaba desde el jardín para que la ayudara a bajar las compras del auto.
Con un suspiro resignado, Dream se disculpó con George y se apresuró a cumplir con su deber, dejando atrás la habitación que había sido testigo de su complicidad.
Mientras tanto, en su habitación ahora solitaria, George se quedó contemplativo, reflexionando sobre la tarde que acababa de pasar con Dream.
Una sensación cálida y reconfortante lo invadió al recordar los momentos compartidos, pero también se dio cuenta de que algo más estaba floreciendo dentro de él: el amor por Dream.
Sin embargo, esta revelación fue acompañada por una profunda sensación de pesar, ya que sabía que tenía que ocultar esos sentimientos por el bien de ambos. Aun así, se aferraba a la esperanza de que, algún día, pudieran vivir su amor libremente, sin temor ni restricciones.
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Un poco corto por falta de inspiración
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