Phoenix ➝ Vkook [PAUSADA]

02

𝐜𝐚𝐩𝐢́𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟏

Taehyung se despertó en la penumbra de su habitación, las cortinas apenas dejando filtrar la luz matutina. El suave murmullo de los primeros rayos del sol acariciaba la pared, un recordatorio tímido de que el mundo seguía girando fuera de su burbuja.

Se levantó con una pesadez en el cuerpo que no provenía solo del cansancio físico, sino de la carga emocional que llevaba consigo desde hacía tanto tiempo. El sonido familiar de su madre moviéndose en la cocina llegaba hasta su habitación, mezclado con el aroma reconfortante de té recién hecho.

Se vistió lentamente y bajó las escaleras hacia la planta baja. La sala de estar estaba decorada con muebles de tonos cálidos y fotos familiares que contaban la historia de años pasados.

Al llegar a la cocina, encontró a su madre preparando el desayuno. El aroma del té de jazmín se mezclaba con el de las tostadas recién hechas. La mesa estaba puesta con cuidado, como siempre, mostrando el amor y la preocupación de una madre que intentaba traer un poco de luz a la vida de su hijo.

—Buenos días, Tae. ¿Cómo dormiste? —preguntó su madre con una sonrisa suave mientras vertía una taza de té para él.

—Bien, mamá. Gracias —respondió sin más, tratando de mantener su voz firme a pesar del nudo en su garganta.

Durante el desayuno, conversaron sobre cosas triviales, intentando mantener a raya las sombras que amenazaban con inundar la habitación, hoy no era un buen día. Fue entonces cuando su madre mencionó la tarea que su hermano menor tenía para hacer.

—Recuerda, Taehyung, que al volver de la universidad debes ayudar a tu hermano con su tarea de la primaria. Es importante para él, ¿de acuerdo? —le recordó, buscando una promesa silenciosa de apoyo en las palabras de su hijo.

Simplemente asintió, era sencilla de hacer pero su hermano se empeñaba en hacer reír a su mayor cada que podía, por lo que la tarea era tan solo una excusa para pasar tiempo con él.

Después del desayuno, se despidió de su madre con un beso en la mejilla y salió de casa hacia la universidad. El sol brillaba en el cielo, pero en su corazón persistía una sombra que no se disipaba fácilmente.

[...]

Las calles estaban animadas con el bullicio de la vida urbana: gente apresurada, autos que zigzagueaban entre sí y el constante rumor de conversaciones y risas que flotaban en el aire.

Caminaba con la mirada baja, perdido en sus pensamientos mientras seguía el flujo de la multitud.
El sol de la mañana iluminaba el camino, sus rayos filtrándose entre los edificios altos y creando patrones de luz y sombra en el pavimento.

Finalmente, llegó a los portones de la universidad, una imponente estructura de ladrillos y vidrio que albergaba los sueños y desafíos de cientos de estudiantes. El bullicio de la vida estudiantil llenaba el aire a medida que se acercaba al edificio principal, donde se impartían las clases.