Primer Mes || 🌷

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Octubre, 1985.
Los Angeles - California

Husk estaba harto de su trabajo, bueno, no específicamente de su trabajo, pero si de el dueño de la casa que se dedicaba a limpiar. Angel Dust, o Anthony (su nombre legal) era un prostituto italiano que recientemente se había mudado para tener mejores oportunidades. Odiaba su estúpida personalidad coqueta y entregada a los demás, no le agradaba el tipo de personas que se ofrecía vulgarmente a todos los hombres que pasaban por ahí. Gran parte del tiempo se maldecía a si mismo por haber aceptado esa apuesta, ahora debía una gran cantidad de dinero al conocido locutor de radio llamado Alastor, y como consecuencia tuvo que abandonar Las Vegas, para ir a Los Ángeles, donde tendría más oportunides de trabajo.

En una noche en la que no tenía donde quedarse conoció a Anthony, esos ojos bicolor, cabello rubio teñido, piel blanca, lindas pecas y acento extranjero le llamaron la atención, ¿Que hacía un joven tan lindo y que parecía tener un buen estatus económico en una calle sucia llena de bares gay? Ahí fue cuando se dió cuenta... Maquillaje corrido, pelo desarreglado, dificultad para caminar. Él era un prostituto. Al parecer le había ido mal ese día, y al no conceguir un cliente cayó en la desperación de ofrecerle al moreno que se encontraba durmiendo en la puerta del bar uno de sus servicios, con un gran descuento. Husk se negó, pero una cosa llevó a la otra y ahora él era el que trabajaba para el rubio.

Ahora se encontraba limpiando el jarrón favorito de Angel, aquel jarrón que según la exigencia del Italiano debía limpiar y cambiar sus flores cada día. Se preguntaba el por qué de esto, pues siempre eran las mismas flores, tulipanes rosados. ¿A caso no los podía dejar una semana? ¿Por qué cambiarlos cada día? ¿Qué pasaría si un día eran otras flores? ¿Qué tenían de especial los tulipanes? Suspiró y llenó con agua el jarrón, cortó en diagonal el tallo de las flores y las puso en su respectivo lugar. Subió a la habitación de su jefe, asumió qué ya se había ido al trabajo pues había mucho silencio y generalmente Angel era alguien ruidoso, pero grande fue su sorpresa al encontrarse al más alto llorando como un niño pequeño, escondido entre sus cobijas y hecho bolita en su cama. Era la primera vez que lo veía tan vulnerable, no parecía aquel hombre bromista y egocéntrico de siempre.

-¿Qué sucede, Anthony?- preguntó Husk al acercarse, siempre había sido una persona empática, incluso con aquellos que no le agradaba.

-No es tu problema- recibió como respuesta.

Mientras el rubio lloraba Husk lo abrazó. Quería que supiera que él estaba ahí, que lo iba a acompañar a pesar de su poca cercanía y su simple relación en únicamente lo laboral. Este acto hizo que el de ojos bicolor llorara con más fuerza, aferrandose al moreno que tenia en frente suyo y aunque tenía algo de miedo a ser juzgado decidió contarle lo que sucedía.

-Moriré dentro de poco...- dijo con voz temblorosa, entre sollozos e intentos fallidos de controlar su respiración.

-¿A que te refieres?- Husk lucía preocupado.

-Es algo reciente, varios años atrás se descubrió un virus... No hay cura... Su nombre es sida, y hace un par de años uno de mis clientes me lo contagió...-

Mientras Anthony volvía a romper en llanto el pelinegro no sabía que decir. Todavía lo sostenía en sus brazos, e instintivamente comenzó a mecerlo con cuidado y cariño para ayudarlo a calmarse. ¿Sida? No lo había escuchado, era algo nuevo, debería investigar sobre el tema.

Se seguía diciendo a si mismo que odiaba a su jefe, pero ahí estaba buscando información sobre la enfermedad de este, viendo que lo podría hacer sentir mejor analizando los síntomas, y todo aquello que podía encontrar sobre ese virus. El VIH afectaba y debilitaba el sistema inmunitario, era muy común en homosexuales, por eso Angel lo había contagiado. Se transmitía a través de fluidos corporales, pero lastimosamente no se sabía mucho más.

Husk sintió lastima por el menor, era alguien tan joven y tan talentoso. Lo había visto cantar, lo había visto bailar, ese chico merecía ser una estrella, merecía una vida larga, y por eso se dedicaría a cuidarlo en sus últimos momentos de vida. Esa noche preparó la cena favorita de Anthony, y se la llevó a la cama. Pudo ver por primera vez la erupción rojiza en la piel del contrario, pudo verlo vulnerable de nuevo, bajo el maquillaje, Angel Dust solo era un pobre enfermo, sin familia, y rechazado por los demás debido a su sexualidad. Por primera vez desde que el rubio lo contrató no sintió ese odio hacia su persona.

-Permiteme cuidarte- susurró el más bajo, esa mirada ya no era fría, ahora era cálida.

Tulipanes || Huskerdust AngstDonde viven las historias. Descúbrelo ahora