Prólogo

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Abril Garza

Hace seis semanas...

— ¿Bailar?— Retiro los ojos de la pista de baile para ver a Juan de pie junto a mi silla. He estado observando a mi hermana la mayor parte de la noche porque no puedo evitarlo.

Cuando me presenté hoy y la vi en los brazos de un hombre , casi perdí la calma. Los brazos de un hombre en la que la puse. Un hombre que era conocido por ser un recluso con la reputación de ser un idiota. Pensé que iba a ser un señor de 70 años cuando la envié aquí para ver si alquilaba su finca parecida a un castillo para una fiesta que mi jefa está organizando.

No pude poner el pie en la puerta para hablar con él, por eso envié a mi hermana pequeña Amairani. No es más que una sonrisa y dulzura y tiene una forma de conseguir que la gente haga todo lo que pide. Es entrañable que ni siquiera sepa el poder que ejerce. Al principio fui recelosa, pero después de haber pasado la noche observándolos, sé que están realmente enamorados.

—Vamos. No puedes estar deprimida después de ver a otras parejas felices. — Juan extiende su mano para que la tome, y lo hago.

—No estoy deprimida. Es mi hermana; estoy mirando— respondo mientras me tira hacia la pista de baile.

Debería estar vigilando la fiesta en lugar de bailar, ya que es mi trabajo. Mis ojos se dirigen hacia donde la Sra. Rivera ha estado sentada, pero ahora sólo hay una silla vacía.

—Estoy robando el momento mientras cara de culo está fuera de la habitación. — Los ojos de Juan va hacia donde estoy mirando y me da vueltas, haciéndome reír.

Juan y Rivera tienen una relación divertida.
Sólo descubrí que eran primos hace unos meses. Ahora tiene sentido por que Rivera tolera a Juan en vez de ignorarlo y prohibirle la entrada a nuestras oficinas. Juro que su objetivo en la vida es volver loca a mi jefa. De hecho, lo disfruto y será una de las pocas cosas que extrañaré después de que renuncie.

— ¿Alguna vez se han llevado bien?— Le sonrío a Juan y no tengo dudas de que recibo una mirada de muerte de cada mujer en la habitación. Es encantador, pero siempre tiene una nueva mujer en su brazo y es demasiado coqueto para mi gusto. No sé por qué, pero parece que me enamoro del tipo melancólico. Supongo que mi hermana y yo tenemos un tipo.

—Nos llevamos muy bien. — Me río mientras me da vueltas otra vez. No creo que lo que hacen sea llevarse bien, pero está bien. Sé que no hay que meterse entre la familia.

— ¿Qué estás haciendo?— La voz de la Sra. Rivera es baja y mortal, y se me pone la piel de gallina.

Normalmente, dejaría de hacer lo que sea que esté haciendo y le contestaría ya que es mi jefa. Esta es su fiesta, o al menos la está organizando. No se ha comportado como si fuera una fiesta con la forma en que se ha sentado en su silla toda la noche mirando a
todo el mundo. No sé por qué se molesta en venir si ni siquiera se permite disfrutarla.

— ¿Estás segura de que ganaste esos miles de millones tú sola?— Juan se echa atrás. —Porque cualquiera puede ver que estamos bailando, imbécil.

No puedo aguantar la risa y ¿por qué debería hacerlo? ¿Qué va a hacer, despedirme por reírme? Hazlo. No sería chocante porque la he visto despedir a gente por menos.

—Abril. —Rivera dice mi nombre, pero la ignoro. No la miro porque no quiero ver su expresión.

—Está ocupada. Deja que la dama se divierta un poco por una vez. — Miro a Juan y me muerdo el labio cuando veo su pícara sonrisa arrogante. Es la que hace que todas las chicas se derritan cuando entra en nuestras oficinas.
Jadeo cuando Juan es arrancado de mí y luego golpea el suelo. Mi boca cuelga abierta mientras me quedo boquiabierta ante la Sra. Rivera.

Toasty (Rivari)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora