Parte 3

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Samantha Rivera

Cuando la ceremonia termina, hago un camino directo hacia Abril, pero ella se ve arrastrada por la multitud. Tengo que apartarme y verla sonreír y abrazar a la gente mientras se acercan y le dicen lo increíble que fue su trabajo en la planificación de la fiesta. Por supuesto que hizo un trabajo increíble. Todo lo que toca se convierte en oro. Excepto yo.

El pensamiento entra en mi mente como un dudoso gusanito en el momento exacto en que veo a Juan acercarse y darle un abrazo.
Estrellas rojas y furiosas nublan mi visión cuando veo su rayo hacia él y luego lo abraza de nuevo. Otra vez. ¿Por qué está tan
jodidamente feliz de verlo? Todo lo que hizo fue caminar por la oficina sin nada que hacer y comer los buenos bocadillos que a ella le gustaban en la sala de descanso. No puedo sentarme y dejarle hacer un movimiento, así que me abro paso y me acerco por detrás de ellos.

—Sí, recibí la invitación de Filis. — dice Juan, y veo cómo Abril abre los ojos. —Hice un trabajo para él hace un par de semanas y me invitó. Incluso se le escapó que estabas viviendo aquí. Es un mundo pequeño, ¿no?— Ella estrecha sus ojos hacia él pero sigue sonriendo.

—Tan pequeño.

—Bueno, de todos modos, te dejaré hablar con tus invitados. ¿Me guardas un baile para más tarde?

—Puedes apostar— responde ella, y él se inclina y la besa en la mejilla.

Quiero apartarlo de ella y luego arrancarle los labios de la cara. Pero tengo que mostrar algún tipo de decoro. Es la boda de su hermana y no quiero avergonzarla.

Justo cuando Juan se aparta del camino, me acerco y la tomo del brazo. No digo una palabra mientras la saco de la fila y la alejo
de la multitud.

—Tengo que volver y saludar a los invitados— dice con una sonrisa mientras pasamos por delante de algunos proveedores.

—Soy una invitada. — Cuando llegamos al final de un largo pasillo hay una puerta a la derecha y entro.

—No, no lo eres. — Sus palabras son agudas y deberían herirme, pero maldición, extraño el sonido de su voz.

Tan pronto como entro en la habitación cierro la puerta y la empujo contra ella. La enjaulé allí con mis manos a cada lado de ella mientras me inclino hacia ella.

—Seis. Semanas.— No me mira mientras se encoge de hombros.

—Ya no eres mi jefa.

—Suficiente. — Me alejo de ella y doy un paso atrás. —Basta, Abril.

— ¿Suficiente qué? Estoy ocupada. — Ella cruza sus brazos y aun así no me mira a los ojos y me está volviendo jodidamente loca.

—Vas a ir a esta boda y jugarás bien y te asegurarás de que todos se diviertan. Pero cuando termine, te vienes conmigo.

Eso llama su atención. Cuando me pone sus ojos castaño oscuro, juro por Dios que podría ponerme de rodillas con una sola orden.

Me ha estado volviendo loca durante años y no tiene ni idea del poder que tiene sobre mí.

—No voy a ir a ninguna parte. Ya no trabajo para usted, Sra. Rivera. Renuncie, ¿recuerda?— Sus mejillas están sonrojadas y odio cómo dice mi nombre. Pisoteé y presioné mi cuerpo contra el suyo, así que ella se quedó pegada a la puerta.

—Entré en ti, ¿recuerdas?— Su boca se
abre y yo me inclino para que mis labios estén sólo a un aliento de los suyos. —Ese es el día en que te convertiste en mía, y nunca te librarás de mí.

Sin avisar, tomo su boca y la beso como una persona que ha estado en el desierto y es mi primer trago de agua. Ella abre la boca, sin duda para gritarme, pero yo aprovecho y deslizo mi lengua sobre la suya. Sus manos se acercan a mi pecho y al principio creo
que me va a apartar, pero en cambio me da un puñetazo en la chaqueta, y maldita sea si no me acerca. Agarro sus caderas y sus piernas me rodean. Pero su vestido es demasiado apretado y me impide acercarme a su centro, a su calor. El beso es brusco y duro, como si me hubieran encerrado y ahora soy libre de reclamar a mi mujer.

Estoy tan jodidamente enfadada con ella por huir y luego esconderse de mí. ¿Cómo carajo
pudo hacerme esto? ¿No puede ver que no puedo respirar sin ella? ¿Vivir sin ella?

Hay un golpe en la puerta que la tengo pegada y es un cubo de agua helada sobre ella. Me inclino hacia atrás y veo el fuego en sus ojos brillar justo antes de que su mano golpea mi mejilla. El aguijón de su palma en mi piel me impacta, pero no lo suficiente como para dejarla ir.

—Abril, ¿estás ahí?— dice la voz femenina al otro lado de la puerta. —Es Celia. Tenemos un problema con la disposición de los asientos.

—Déjame ir. — dice Ari con los dientes apretados, y yo sacudo la cabeza.

—No hasta que estés de acuerdo en que esta mierda ha terminado y te vienes a casa conmigo esta noche. — Ella sacude la
cabeza y yo me convierto en una pared inamovible. —Entonces tendré que empujarte en mi limusina y follarte como la última vez. —Esta vez, cuando su mano se acerca para darme una bofetada, agarro su muñeca para evitar que su palma haga contacto. —No me digas que no deslizas tu mano entre tus piernas cada noche y piensa en ello. — Me llevo su muñeca a la boca y me froto los labios por la tierna piel de allí. —Dime que no te corres en tus dedos mientras anhelas que sean mi polla.— Ahora es ella la que se inclina, y por un segundo creo que me va a besar.

—En el momento en que salí de la limusina olvidé tu nombre. — Le dejo caer la mano como si estuviera en llamas y no puedo
leer la mirada en sus ojos. Ella aprovecha la oportunidad para salir y abrir la puerta. La mujer pequeña y morena al otro lado de la
puerta tiene ojos preocupados al mirar entre nosotras.

— ¿Está todo bien, señora Abril?— pregunta, y veo como Ari endereza sus hombros.

—No se preocupe, no es nadie. — Cuando ella se va a alejar de mí, digo su nombre.

—Abril. — Hace una pausa, y aunque no se da la vuelta, se asoma por encima del hombro. —Ese es el segundo strike.— Se lame los labios y vuelve a caminar por el pasillo, y aprieto los puños a mis lados. Ella puede jugar este juego por un poco más de tiempo, pero ambas sabemos cómo terminará.

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"Puedes ver el momento exacto en el le rompen el corazón"

Toasty (Rivari)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora