"Porque es una verdadera lástima
no decir nunca lo que uno siente"
"Eres incorrecto, Jaemin". No fue una amenaza velada o siquiera un insulto, sino tres simples palabras las que, como si se tratasen de una oración mágica, bastaron para que los siguientes días el joven pintor optara por otra rutina. Desaparecía al amanecer, como los pájaros que alzan vuelo con el alba, y volvía después de la cena, sólo para acostarse a leer en silencio durante largas horas antes de apagar la lámpara a su lado y dormir. Era reservado, como nunca. En ocasiones, cruzaba el marco de la puerta con pequeñas salpicaduras de pinturas celestes en el cuello de la camisa, y eso era suficiente para caer en cuenta de que, pese a ser la última semana de vacaciones, él en ningún momento abandonó el internado para visitar a familiares o amigos externos como la mayoría de estudiantes.
Pronto, el príncipe descubrió que la nueva dinámica no lograba transmitirle el reposo que añoraba. Era ostensible. La calma en la habitación parecía destilar un perfume espeso y apelmazado, como neblina, que cubría las paredes y acorralaba a las palabras ausentes. La gran ventana, que antes lucía preciosa y permitía adorar el paisaje verde de Sandringham, ahora era un claustro de vidrio empañado por el aliento de los suspiros incómodos. A solas, se repetía que el permanente distanciamiento era la decisión más favorable dada su investidura. Era consciente de que los seres humanos no eran buenos o malos de manera estricta y de que, seguramente, Jaemin danzaba en ese limbo con sus risas burlonas y su trato entrometido que, si bien le ocasionaba disgustos, también le sirvió de ayuda una noche. "Las personas no tienen un solo rostro", le aconsejó Patch alguna vez. Era verdad. Incluso él, que suavizaba la mirada frente a las cámaras y no emitía una sola queja ante los agravios de su hermano mayor, se volvía parco e irritable en presencia de su compañero de habitación. "Todos los hombres inteligentes hacen balances", le dijo su padre antes de partir a un viaje de representación cuando tenía apenas siete años. "El criterio de evaluación es uno: El provecho a futuro. ¿Te sirve o no el vínculo? ¿Te hará un mejor rey, Jeno?". Cada paso en su vida debía reducirse a eso.
Tres días antes de la inauguración del nuevo año lectivo, el aclamado diseñador de la Corona llegó a Sandringham. Su nombre era Nakamoto Yuta, de origen japonés y apariencia extravagante. Sus cabellos rojos como carbón encendido le cubrían la frente y la espalda, y su saco de tela violeta con flores verdes finamente bordadas escandalizaban a los profesores y al personal administrativo que, acostumbrados a la monotonía, encontraban rara la vestimenta. Era evidente que su imagen distaba de la sobriedad que promulgaba la Familia Real. Pero, entonces, ¿por qué se mantenía inamovible en su puesto? Tenía apenas treinta años y, con gran creatividad, había conseguido vestir a la cuarta reina en tres ocasiones. El mérito radicaba en que cada traje había sido portada de las revistas de moda más prestigiosas del mundo. Ahora, como nueva labor, le correspondía perfeccionar el uniforme escolar del segundo príncipe, pues la Dirección de Imagen encontraba oportuno añadir detalles sutiles que engrandeciesen la figura del posible heredero.
A las cinco de la tarde en punto, un guardia enviado por la Corona lo alcanzó en la entrada de Sandringham para conducirlo a través de las instalaciones. El recinto, que lucía majestuoso desde afuera, era al interior, para gusto de Yuta, insípido y minimalista. Paseó por los pasillos de la residencia de varones hasta que, finalmente, el hombre de cuarenta años que lo escoltaba se detuvo frente a una puerta de caoba con el número "007" tallado en la parte superior. Tocó dos veces y, tras unos segundos, la bisagra giró, permitiéndoles ver al Segundo Gran Príncipe que, afable, los recibió con una sonrisa. Yuta creía con fervor que, de no ser miembro de la familia Jeong, el muchacho hubiese tenido una oportunidad en el ambiente del modelaje internacional. Su rostro definido y esa característica expresión inocente al curvar los labios hacia arriba representaban atributos potencialmente explotables en la pasarela. Era una verdadera lástima que su destino no le permitiese explorar ese camino.

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EL PRÍNCIPE (Nomin)
FanfictionJaemin es el hijo de un pintor con mala fama. Jeno, en cambio, trae el linaje de reyes y reinas en la sangre. Para muchos, es el único de la monarquía que vale la pena. Para Jaemin, que alguna vez estuvo muy cerca suyo, no es más que el muchacho eng...