Emirato Islámico de Afganistán

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Eran las tres de la mañana y el vuelo todavía no llegaba a su destino. Tuve unos cuantos días con Duncan antes de emprender mi vuelo al siguiente destino que el sistema de decía. Y aquí estaba, en un vuelo internacional hacia Afganistán, un lugar bastante regulado desde que los talibanes, un grupo paramilitar islámico, tomaran el poder proclamando el Emirato Islámico de Afganistán.

Y claramente todo ellos eran bastante conservadores en sus creencias.

Aun con eso, el sistema pudo conseguir a un hombre dispuesto a ser mi pareja en este lugar. Su nombre es Abdul Ahmadi, un hombre de treinta y cinco años que logró su puesto como rango S gracias a su clase Bárbaro, llamados Berserkers en otros idiomas.

Miré superficialmente la imagen de mi nuevo cliente. Era lindo a su manera, sonreí al ver que era alguien que prefería la calma y no las grandes ciudades para vivir.

Di un vistazo al exterior y opté por dormir las últimas horas de viaje. Sin más, cerré los ojos mientras pensaba en mis parejas marcadas y en mi próximo cliente.

[...]

Solté un bostezo mientras conducía por las calles solitarias del paisaje afgano. La mayor parte de este es montañosa, así que no fue ningún problema arrendar un todo terreno y conducir según los estándares legales del país. Claro, fue complicado teniendo en cuenta que los hombres eran bastante tradicionales y no permitirían que un extranjero cualquiera paseara por su país.

Aun con eso, mantuve mi serenidad al máximo, viendo el camino hasta dar con mi destino.

A causa de la fecha tuve que detenerme para seguir mi camino a pie. Realmente estoy pensando en castigar a mi cliente por vivir en un lugar tan alejado. La montaña Nowshak se elevaba a más de siete mil kilómetros de alto, pero mi cliente residía a tan solo un cuarto de su altura total, por lo que no demoré demasiado.

Era una cabaña bastante rústica, había rebaños de oveja a unos cuantos metros y, a lo lejos, pude apreciar un pequeño río que conducía agua desde la montaña. Fue ahí donde lo encontré. Sentado a la orilla del río estaba mi cliente: Abdul Ahmadi. Al parecer estaba concentrado, quizás meditando, sin embargo, igual me acerqué a él.

Una vez atrás suyo, tosí levemente para llamar su atención. Él volteó con el ceño fruncido, pero pronto cambió su expresión a una más clamada e incluso sonrió.

"Me sorprende que hayas llegado rápido aquí" dijo en un inglés bastante fluido.

"A mí me sorprende más que supieras hablar inglés" le respondí avergonzado. "Había practicado algo de darí para conversar"

Su sonrisa creció más. Él, Abdul, se levantó de donde estaba, revelando su metro noventa y cinco de altura mientras se estiraba. Sus músculos definidos y un tanto grandes, era perfecto.

"¿Quieres hacerlo aquí o en mi hogar?" preguntó acercándose.

"¿Es seguro aquí?"

"Por supuesto" respondió. "Nadie vive a más de seis mil millas a causa del terreno"

Una sonrisa se asomó en mi rostro. Me acerqué a él, acariciando su cuerpo hasta llegar a su mandíbula, sosteniéndola con algo de fuerza mientras él gemía e inconscientemente se acercaba más a mí. Era hermosa su reacción, Abdul, siendo uno de los mejores rakers de rango S de su país, se dejaba dominar por un rango A extranjero.

"Desvísteme" ordené.

Al instante lo tenía besando mi torso mientras me quitaba la ropa. Sus grandes manos acariciaban mi cuerpo, especialmente en mi entrepierna oculta bajo mi ropa interior modificada. Cuando llegó el momento, Abdul simplemente bajó todo de golpe, recibiendo mi polla erecta de veinte pulgadas en su rostro, descolocándolo al instante.

Sumisos de rango SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora