República de Abjasia

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Han pasado casi cinco horas desde que llegué desde Rusia hasta aquí. La República de Abjasia, un territorio con reconocimiento limitado, que tiene gran parte de la costa georgiana en el Cáucaso. Las personas no parecían muy afables al mostrar sus sentimientos en las calles, muchos hombres y mujeres fruncían el ceño antes de seguir caminando.

Cuando me acerqué en busca de un mapa de la ciudad, su capital Sujumi, apenas pude entender por su sistema de escritura. Hay veces que realmente pienso que esto es algo que muy probablemente no debería hacer, pero al final lo hice.

Y eso me lleva hasta aquí. Yo, metido en una cárcel mientras le gruñía al otro convicto con el que compartía celda e intentaba tocarme. Lo lamento, pero no seré el de abajo.

Cuando finalmente fui liberado, le agradecí a los guardias que solo fruncieron el ceño al escucharme hablar en otro idioma. Golpeándome la frente, no tardé en agradecerles en inglés.

"Intenta no meterte en problemas, muchacho. No todos los policías son amables con los cazadores extranjeros" dijo una policía que había hecho de traductor.

"Lo haré" les prometí. Ella les repitió a sus compañeros, quienes asintieron. "¿Ustedes saben dónde queda el hotel Vladimirov?" pregunté, intentando que mi pronunciación fuese lo suficiente para que lo entendieran.

"Cinco cuadras más arriba por esta calle. Aunque tendría cuidado, hay fluctuaciones de maná en el ambiente y probablemente pueda abrirse una puerta cerca del lugar" avisó.

"Gracias"

Luego de eso, no dudé en seguir sus instrucciones. Al llegar pude notar que aquello que dijo fue cierto. Una puerta se abrió delante de mí, cosa que los demás transeúntes no tardaron en dar aviso. Mi celular comenzó a vibrar y supuse que seguramente era mi cliente.

"Cambio de planes. Lamento avisar de improvisto, pero una puerta se abrió cerca del hotel y debo ayudar.

Levan."

Sonreí al ver que mi cliente seguía siendo responsable. Sabiendo que probablemente me lo encontraría en el lugar, fui hasta un callejón cercano para cambiar mi ropa civil por algo más adecuado para la ocasión. En menos de diez minutos estaba de vuelta en el lugar, mi armadura ligera, junto a mi capucha y mis botas de combate era lo necesario para un cazador clase asesino.

Con calma me acerqué al lugar, notando que ya había un gran número de cazadores reunidos. A la cabeza pude ver a quienes pude reconocer como los rangos S de Abjasia, más que nada por el poder que emana el grupo. Colándome en el grupo de rangos A, esperé pacientemente la entrada al lugar, mientras redactaba una respuesta a mi cliente.

"Comprendo. Nos veremos más tarde.

J.K. Triton."

Al escuchar el llamado, o lo que yo consideraba llamado, fui junto al grupo al interior de la puerta, viendo por primera vez en años el interior de una mazmorra.

[...]

Apuñalar, esconderme y cortar, era algo repetitivo, pero factible para un asesino. Gracias a los sanadores ubicados en la retaguardia no había muertos de los cazadores abjasios, quienes luchaban con fervor mientras avanzaban a la puerta del jefe.

Adelante estaban tres rangos S del grupo que vi en el exterior. La primera era una mujer, una arquera conocida como la Flecha Carmesí. El segundo era uno de los pocos sanadores de rango S, quien no ocultó su nombre para nada y que, casualmente, era mi cliente, su nombre es Levan Rekhviashvili, un hombre de treinta años y que mide el metro noventa y cinco de altura. El tercer y último miembro de aquel extraño trío era un hombre que se especializaba como tanque; conocido como el Muro Impenetrable, cubría a su equipo mientras luchaba con una espada larga; y sí, ese tipo es una clase caballero, pero en mi defensa ya tenían un DPS en la retaguardia.

Sumisos de rango SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora