finale alternativo

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Abrí los ojos rápidamente, con la respiración agitada y con una fina capa de sudor recorriendo mi cuerpo.

Mi pecho subía y bajaba frenéticamente, tratando de buscar la calma.

—¿Estás bien? —preguntó una suave voz somnolienta a mi lado, pasando un brazo sobre mi cuerpo, abrazándome.

Me giré a mirarla, observando cómo tenía todavía sus hermosos ojos cerrados, abrazándome con ternura. Su cabello castaño estaba esparcido por toda la almohada y las sábanas cubrían su delicado cuerpo.

Poco a poco sus ojos se fueron abriendo, parpadeando varias veces por la luz matutina que entraba por la ventana. Una vez su mirada se enfocó en mí, suspiré, tranquilo. Ella estaba aquí, conmigo.

—¿Tuviste una pesadilla? —volvió a preguntar, sentándose para quedar de la misma manera en la que estaba yo, cruzando las piernas. Su mano se dirigió a mi mejilla, dejando suaves caricias.

—Sí —asentí, perdido en la tranquilidad que Meissa emanaba. Era como el mar en verano, aquellas veces en las que no habían olas y estaba sereno. Ese mar que ansias por ver para sentirte en paz. Ese mar en el que deseas adentrarte para no volver a salir.

—No fue real —susurró con voz dulce, apartando los mechones de pelo que caían por mi frente.

—Pero se sentía real —respondí.

—¿Qué era lo que pasaba?

Mi respiración se volvió pesada con el simple hecho de recordarlo, de recordar la angustia de la que había salido gracias a ella. Negué con la cabeza, frunciendo el ceño.

—Soñé que... —empecé, aunque no sabía exactamente cómo decirlo—. Soñé que morías —ella torció su cabeza ligeramente, escuchándome con atención—. Fue horrible. Tú te lanzaste tras de mí porque me caí de un puente y me salvabas, pero tú no seguías con vida. Me dejabas solo.

Al parecer, una silenciosa lágrima se deslizó por mi mejilla, rápidamente siendo quitada por ella.

—Yo jamás te dejaría, Rigel —su mano se dirigió esta vez a mi cabello, dejando suaves caricias—. Siempre me tendrás en tu vida, te lo prometo.

Después de ver la certeza y seguridad que habían en sus ojos, sonreí. Sabía que con ella jamás estaría solo. Ella me lo había dado todo, de la misma manera que lo era todo para mí.

Habían pasado varios años desde aquella fiesta, aquella fiesta en la que ambos confesamos nuestros sentimientos y demostramos todo el amor que nos teníamos. Desde aquella noche que me dejó malas pasadas, ya que si en aquel puente no llegaba a pasar un grupo de personas habría acabado muy mal por la pelea con Lionel.

Aquella noche yo no seguí adelante con la adopción, pero sí seguí adelante con la relación con Meissa, haciéndola cada día que pasaba más fuerte.

Con el paso del tiempo y con la mayoría de edad nos compramos una acogedora casa cerca de la de Anna y Norman, en la que ahora vivíamos junto a un gato y dos niños que no paraban de corretear por todo el lugar.

Dos niños que me habían demostrado lo que era un amor inocente e incondicional, dos niños que esperamos con ansias durante nueve meses.

Dos niños que se dirigían corriendo a nuestra habitación, lanzándose en nuestra cama, sobre nosotros, llenándonos de besos y abrazos.

Y viéndola a ella con nuestros hijos me llenó de amor por dentro. Mía y Simone, dos almas puras que no hacían más que repartir amor allá donde fueran desde el momento en el que llegaron al mundo, hace casi cuatro años.

Después de darles un beso a cada uno, me dirigí a la cocina, donde comencé a preparar el desayuno. La noticia de que volveríamos a tener a otro bebé nos sorprendió tanto que no pudimos esperar para contárselo a Anna, Norman y a Nica. Esperábamos con ansias su llegada, no podíamos esperar para conocerlo.

Meissa era una gran mujer. Una mujer valiente y fuerte, llena de coraje que haría lo que fuera por las personas a las que quiere. Meissa es alguien que lo merecía todo, y que yo esperaba poder darle ese todo algún día.

Ella era mi mundo y no podía imaginar un cuento sin ella. Era mi mayor final feliz, que después de tantos años conociéndonos y con todo el odio que había tras nuestro no esperé jamás llegar a donde estábamos ahora. Pero no podía estar más agradecido de aquel día en el que llegaron al Grave los que serían nuestros padres adoptivos, dándome un lugar de más a mi, y entrando así poco a poco en la vida de la que es el gran amor de mi vida.

Sabía que no era ella quien se aferraba a un final feliz, tanto como decía anteriormente. Era yo quien lo ansiaba con fuerzas. Tanto, que no podía pensar en otra cosa que no fuera estar con ella.

Ella era mi luz y también mi noche, era la que me daba la mayor paz en noches de tormenta, o la que me iluminaba cuando no veía el camino.

Porque ella me enseñó que para amar, o para ser amado, no había que tener miedo; había que tener valor. Y yo lo tenía. Tenía todo el valor del mundo para amarla por el resto de mis días.

Porque lo que más quería era una familia. Esta familia. Porque al fin tenía esa felicidad que tanto andaba buscando y no encontraba. Y todo había sido gracias a ella.

Gracias a Meissa.

NOTA DE MEL!!!!!!

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NOTA DE MEL!!!!!!

yyyy aquí está el final alternativooo

si, aquí los dos están bien felices, pero no olvidéis que es un final alternativo :(

que os ha parecido???

como siemrpe, espero que os haya gustado. si es así, no olvidéis votar ni comentar

con cariño, mel 💗💗💗💗💗💗💗💗💗💗💗💗💗💗💗💗💗💗💗💗

STELLE, rigel wilde Donde viven las historias. Descúbrelo ahora