Siéntate Y Escucha

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Estaba harto de tener que ir a trabajar y tragarme ese maldito barullo de gentes estúpidas reclamandome a la oreja apoyados sobre el mostrador, lo mal fabricados que estaban los productos y tener que poner el nombre de la compañía sobre mi pecho y sobre mi dignidad.
Añoraba un mazo y golpearles la cara a esos desgraciados, quebrarles la nariz y dejarlos mordiendo el polvo asfixiándose  con espumas de sangre en la boca y reírme como un desquiciado hasta mearme en los pantalones.
Era un anhelo, un sueño vivido qué tenía en esos lapsus donde me ausentaba de mi mismo, y volaba a tierras violentas, mientras el estúpido cliente me bañaba en una lluvia de saliva y su asquerosa halitosis hacia un cultivo de bacterias sobre mi rostro causándome acné.
En la universidad no me iba bien, no porque yo era un mal estudiante sino por otros males "los daños económicos" así le decía yo, me tenían arrinconado contra las cuerdas soportando esta mediocridad de empleo, y esta  mediocridad de vida. No me permitía renunciar porque en menos de lo que lo que durasen mis  actividades onanistas practicadas  en la soledad de mi habitación, venía el arriendo y con ello los problemas. De modo que no tenía ni el consuelo de tener una mujer con la vagina abierta durmiendo en mi cama. Satisfecha, después de una noche de placer donde la haya hecho gemir más que DIVA (personaje de la película el quinto elemento).
Si, no lo niego mis fantasías sexuales se componen de personajes de películas de ciencia ficción, aunque eso me haga ver raro.
Entonces cuando estaba ausente, venía "la garra" mi jefe apretaba mi hombro y me sacaba de ese delicioso viaje donde causaba una matanza. Su pesada mano era eso, un doloroso lazo de unión entre la compañía y yo.

Extrusión Y Otros CuentosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora