Capítulo 9

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JENNIE

Dos semanas después...

¿Así que es éste? ¿Éste es el lugar donde se hospeda? Pensé, mirando el estudio de escultura desde mi auto. La dirección que Vin me había dado, me llevó a lo largo de la costa, no muy lejos de Pike Market.

La noche era oscura y, a mi lado, en el asiento de mi auto de alquiler, había una caja llena de borradores y títulos. Había llamado a Vin para pedirle que los terminara, pero insistió en que estaba demasiado ocupado en la Costa Este y que debería llevárselos directamente a Li... en su estudio... el estudio con vistas al Puget Sound... después de dos semanas de no de escuchar nada de ella.

Como siempre, el cielo estaba nublado, había una ligera brisa en el aire, pero el día se mantuvo sin lluvia. Comprobando de nuevo la dirección que Vin envió a mi correo electrónico, suspiré. Este era el lugar correcto...

Estaba postergándolo.

Un gran edificio cuadrado blanco se levantaba delante de mí. Parecía una pequeña fábrica, las ventanas eran grandes, pero estaban oscurecidas en este lado. Estaba escondido en un pequeño camino que ofrecía unas vistas hermosas al océano. Vin había dicho que este había sido su estudio, el que había usado durante años, pero se lo había regalado a Lili por su exhibición.

Mi corazón latía más rápido a medida que miraba las puertas dobles de madera buscando alguna señal de vida. No había nada, lo que significaba que tenía que salir del maldito auto y llamar a la puerta, mostrarle a Li los borradores y conseguir que me diera permiso para usarlos.

Tomando aliento para darme fuerzas, abrí la puerta del auto, temblando por el frío que se filtraba a través de la tela fina de mi vestido largo lila y la corta y ajustada chaqueta de cuero negra. Mi cabello estaba lacio y suelto, la suave brisa hacía que flotara a través mi rostro.

Agarré la caja que contenía los borradores del asiento del pasajero y cerrando con llave el auto, me dirigí lentamente por la calle hasta situarme ante la gran puerta de madera.

Desde el interior, venía el sonido de música alta y mi estómago se apretó con los nervios. Quería ver a Lili más que nada en el mundo, pero dudaba de que ella, en realidad, quisiera verme. Mis rodillas temblaban cuando levanté la mano y llamé a la puerta.

Mientras esperaba, miré alrededor del callejón, notando que había un silencio sepulcral. Era completamente apropiado para Lili. Un estudio solitario en una calle solitaria para una escultora solitaria.

La música a todo volumen resonaba en el interior y no había ni rastro de Lili. Intenté de nuevo, pero golpeando más fuerte esta vez, esperé unos cinco minutos antes de que me diera cuenta de que no podía oírme.

Sintiendo más y más frío a cada minuto, miré hacia la calle vacía otra vez antes de meter la caja debajo de un brazo y tratar de girar el picaporte.

Giró.

La puerta crujió al abrirse, traicionando la edad del estudio, y revelando un pasillo largo y vacío que llevaba en una sola dirección.

Sujetando la pesada caja con las dos manos, me adentré en el pasillo, pateando la puerta para cerrarla con el pie, y grité:

—¿Hola?

Mi voz no era contrincante para la música de rock duro a todo volumen que provenía de la habitación al final del pasillo. Enderezando los hombros, me obligué a dar un paso hacia delante y suprimí mis nervios. Cuánto más me acercaba al final, más dudaba de la decisión de venir aquí. Este era su espacio privado. Definitivamente, no querría que me entrometiera.

Dulce Esperanza // (G!P)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora