El estofado

17 3 5
                                    

Personajes: madeleine y espresso (y algunas menciones de algunos personajes)

Ship: espressline

Nota:

Deseo que disfruten de este fanfic, es mi primera vez subiendo contenido así y deseo que siga y que me sigan apoyando.

Dejen alguna nota o comentario diciendo si debo mejorar en algo. Les agradezco a todo aquel quien lo lea.

Bye.


La última cena

Eran un día nublado en el reino, algo que no era común.

Siempre permanecía soleado. Puede que algunas nubes que cubrían el sol para que nadie muriera de insolación. Pero a nadie le importaría un día nublado luego de una sequía que casi arrasó con los cultivos. Era casi una bendición y una maravillosa ayuda para este reino.

Todavía habia mucha gente caminando en las calles, pero había alguien en particular que permanecía en su "casa". La cual estaba cubierta de suciedad y polvo por la mera despreocupados del sujeto por la limpieza y el cuidado del hogar. Pero a espresso nisiqueira le importaba. El siempre buscaría una manera de no salir de su laboratorio. Como la otra vez que había mentido a su hermana latte. Que le dijo que estaba en cama, estornudando hasta vomitar en el balde que siempre dejaba bajo su cama. Otra de sus mentiras que nunca fallaba. (por que en verdad algunas veces si lo hacia) que el fue directo a la cafeteria a comprar una de su mejor y favorita bebida que energizaban cada mañana y cada noche que el necesita estar despierto.

Su preciado café; tenia una roma que el decía que era uno de los mejores en el reino. El sabor no se podia comparar a ninguna otra bebida que sea mencionado en esa conversación. Todas esas características que el siempre meciona de su preciado cafe era en verdad algo que el disfrutara decir a cualquiera y en cualquier tiempo.

Pero diciendo la verdad, solo era una de las penosas mentiras que le había dicho para que se alejara de él y no se preocupara de que siempre está en su laboratorio haciendo su trabajo (menos lo del café)

Pero habia alguien que siempre le irritaba hasta los huesos. El siempre le dio mala espina cuando lo vio por primera vez en el reino. Esa sucia y amable sonrisa que tenía plasmada en su estúpida cara, su melena rubia (no se de que color sería perdon) que caía sobre sus hombros y terminaba sobre su espalda ancha. Todo lo que el tenia de característico la gente lo amaba, pero a espresso lo enfermaba hasta el punto de que le daba náuseas de estar a su lado o solo mirarlo de lejos, lo espantaría en menos de un segundo por su estupidez y narcisimo.

Al principio le caía mal, y nunca se acercaria a el ni dejaria que su boca lanszara palabras hacia el. Pero el paladín no se rindió ante el desafío de poder caerles a todos bien, por que solo le faltaba el para cumplir su mision que el mismo se dio para cumplir.

Ese era el paso que le faltaba para que su ego creciera de una forma que no te imaginarias.

Espresso se rindió un día de estos al saber que ese rubio idiota no se alejaría de él ni lo más mínimo, solo por que quería ser su amigo.

Luego de hablar apropiadamente con el, pudo conocerlo mejor, y poder soporta estar con él unos minutos, pero aún así no le agradaba del todo, solo lo odiaba menos. Aunque todavía habia veces que le daba ganas de pegarle un zape en la cabeza para ver si dejara de ser un ibecil narcisista.

——3

En esa misma tarde, la esperada llovía descendió del cielo hasta el pavimento y casas de la zona. Fue en ese mismo instante que la puerta de su casa fue golpeada varias veces.

El se levantó de mala gana para abrirla y vio detrás de ella la cara de madeleine.

Estaba mojado por la llovía de afuera, aunque a el no se había enterado cuando había empezado y no le importaba nada sobre el clima si le preguntan. Quería dejarlo en la calle como a un perro callejero, viendo lo miserable y divertido que sería, pero sus pensamientos fueron obligados a erradicarse para poder dejar ir algunas palabras de su boca.

la última cenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora