CAPITULO 17

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Cuando Jimin se volvió a despertar, Jungkook se había ido y Seungmin estaba en la alcoba.

Se desperezó lánguidamente en la cama.

—¿Por qué tienes un aspecto tan satisfecho?

—Cuando mi señor vino a verte, salí a investigar. Tal y como pensaba, Jieun no se suicidó.

Jimin se sentó y se llevó las manos al estómago. Tenía náuseas como si hubiera sido envenenado otra vez.

—¿Qué pasó en realidad?

—Los soldados la llevaron a la torre y le ofrecieron lo que correspondía a su rango: el suicidio. Se echó a reír y se negó. Entonces la tiraron de la torre y cayó sobre el pavimento —explicó Seungmin con satisfacción.

Jimin gimió. Seungmin se acercó y le rodeó con los brazos.

—No llores su muerte, Jimin. Esa mujer era malvada. Prefirió obligar a los soldados a ejecutarla para que se sintieran culpables de su muerte —Seungmin abrazó a Jimin con fuerza—. Hubiera acabado contigo si hubiera podido. Mató a Lisa y quizás a las tres niñas que había en su casa. Si hubiera estado allí, yo mismo le habría partido el cráneo y arrojado a las puertas del inframundo.

—¡Oh, Seungmin! Parece que llevo la tragedia y la mala suerte a donde quiera que voy. Quizás debería irme y la vida de Jungkook volvería a la normalidad.

Seungmin le sacudió bruscamente.

—No seas tonta. Tú no tienes la culpa. Tu belleza pudo haber provocado sus celos y su odio, pero Jieun habría matado a alguien tanto si hubieras venido como si no. Además, no viniste aquí por tu propia voluntad, ni tampoco intentaste inspirar envidia.—Soltó a Jimin y lo acomodó en las almohadas—. Si te fueras ahora, Jungkook te seguiría y te traería de vuelta, así que es demasiado tarde para hacer algo tan tonto como eso. Quiere que te pongas bien para poder oír los crujidos de tu cama una vez más.

—¿Has estado escuchando detrás de la puerta? —le preguntó Jimin con el ceño fruncido.

—En absoluto, era un decir —dijo Seungmin con la mirada en la ventana—. Ese estúpido doctor Mu está también muerto.

—No me digas que también se cayó de la torre —dijo Jimin con una sombra de temor en la voz.

—No, le cortaron la cabeza. Sus crímenes eran demasiado graves como para que el general los pasara por alto. No sólo proporcionó a Jieun el veneno, sino que además tenían una relación —le informó Seungmin—. Dicen los rumores que el hijo de Jieun era suyo. El niño es desde luego un vástago enfermizo que un hombre fuerte como el general no puede haber engendrado.

—¿Jieun? ¿Con ese hombrecillo raro? —Jimin sacudió la cabeza; no se lo acababa de creer—. ¿Cómo te has enterado de todo eso?

Seungmin se sonrojó un poco. Se levantó y empezó a juguetear con las cortinas.

—Le pregunté al capitán Seo. Está al mando de la guardia del harén.

¿Me has estado ocultando un galanteo? -bromeó Jimin.

—El capitán ha resultado ser muy útil —dijo Seungmin con arrogancia—. Fue él quien vino en nuestra ayuda cuando Seungmin te atacó. —Sonrió y dejó a un lado su altanería—. Bueno, quizás me está cortejando.

Jimin no paraba de reír.

—¡Quién lo hubiera dicho! Mi hermano me traiciona, me envía a una muerte segura y los dos encontramos el amor. ¡En qué mundo vivimos!

THE LAST CONCUBINEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora