Seis, seis, ¿seis?

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Era el 7 de septiembre, por fin había llegado el día en el que Rubén empezaba la universidad. Ese día que tanto había ansiado durante todos estos años. Se había despertado a las 6:05 de la mañana, la hora exacta para coger el tren hacia Valencia, concretamente hacia la residencia en la que iba a estudiar los siguientes años.


Rubén finalmente se había decantado por estudiar química, siempre le había apasionado la forma en la que el mundo funcionaba, así que había sido su elección desde tercero de la ESO.

-¡Rubén! El tren va a salir ya. - exclamaba su madre

La madre de Rubén siempre le había apoyado en todo, sus sentimientos, sus decisiones en los estudios... Y esta vez no iba a ser menos.

-Eso Rubén, vamos, llevas media hora para despedirte de Ana. - reclamaba Mateo, el mejor amigo de Rubén.

Mateo siempre llevaba una sonrisa, aunque a veces mirara con cara de asco, era algo ya natural en él. Rubén y Mateo eran mejores amigos desde primero de la ESO, habían crecido y madurado juntos, el vínculo que tenían era muy especial y era algo que solo podían entender ellos.

Al lado de Mateo se encontraba Lucía, su novia. Ellos empezaron a salir en tercero de la ESO, y Rubén ya conocía a Lucía desde entonces, de hecho, también eran bastante cercanos.

Cuando Rubén terminó de despedirse de Ana, su hermana, esta le dio un último dibujo y un beso en la mejilla, le soltó la mano y así Rubén emprendió su camino hacia su nueva vida.

[ ... ]
(Rubén)

-¡Por fin has llegado! - me gritaba Irene desde la otra acera del tren.

Irene es mi mejor amiga desde que tengo uso de razón. Nuestras madres son amigas y crecimos juntos, tengo recuerdos de toda nuestra infancia. Nuestra amistad siempre ha sido muy cercana, exceptuando el momento en el que Irene se me declaró, pero eso ya es agua pasada, fue hace 4 años, además, hemos cambiado tanto...

-¡¡Si!!! ¡Hoy va a ser genial! En media hora llegaremos a la residencia y desharé las maletas, una hora más tarde podremos ir a comer al restaurante de Sushi de al lado, y esta noche podemos- no había terminado de enumerar todo lo que haríamos ese día y mi amiga ya me había cortado.

-Oye, oye Rubén relajate, que no llevas ni 3 minutos pisando Valencia. - dijo mirándome con una expresión preocupada. - Tú siempre tan perfeccionista... Déjame llevarte a donde quiera hoy, ¿vale? Solo por hoy. - me pidió con una sonrisa de oreja a oreja.

-Está bien... Solo porque hasta mañana no empezamos las clases, luego ya me harás caso a mí.

-De acuerdo, Dr Doofenshmirtz. Lo que tú digas.- dijo lanzándome una mirada graciosa.

Me despedí de Mateo y Lucía, que venían conmigo, ya que ellos decidieron darse una vuelta antes de venir a la residencia. Entonces Irene y yo nos dirigimos a la residencia, y una vez allí me dieron la llave de mi habitación.

- Seis, seis... ¿¡Seis!?- grité mirando a Irene.

-JAJAJAJAJAJA ya me jodería maricón. - rió mi amiga en voz muy alta, más de lo que me gustaría.

-Shh, joder, callatėëè! - entoné con mi mejor voz.

-Ruben, por dios, es cuestión de tiempo que corra la voz, se te nota desde lejos. Anda vamos a las habitaciones, la mía es la 662, por lo menos estaremos cerca. - murmuró Irene intentando consolarme.

Por encima de mi hombro o por debajo del tuyoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora