Reposo

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-El tren sale en cinco minutos mamá, déjame irme.- dije mientras me despedía de ella en la estación.

-Rubén, cariño, recupérate, y no dudes en llamarme si pasa algo. - dijo mi madre mientras soltaba mis manos. -¡Y escríbeme nada más llegues a la residencia!

Habían pasado ya 4 días desde la acampada, y en ese tiempo habían pasado muchas cosas. Para empezar, tuve que volver a mi pueblo para ir al médico con mis padres, porque estaban preocupados cómo es normal, y me habían dicho que debía hacer reposo, ya que me había doblado el tobillo. Las heridas fueron desapareciendo de mi cuerpo, dejando cicatrices a su paso, y a pesar de no estar en un estado grave, pase un día en el hospital en revisiones por si acaso. Ya estábamos a viernes, concretamente viernes 31 de octubre, Halloween. Yo me encontraba mucho mejor y con más fuerza. Había sido una semana dura. Pero antes de que me diera cuenta, me había recuperado tanto físicamente, como mentalmente, por lo que por fin regresaría a Valencia.

Por otro lado, Josh y yo no habíamos podido estar juntos todo el tiempo que habríamos querido, puesto que yo no estaba en Valencia. Aun así, todos los días me llamaba por las noches para preguntarme cómo estaba. Pasábamos horas hablando y diciéndonos lo mucho que nos echábamos de menos. Era así, yo le echaba mucho de menos. ¿Por fin nos hacemos novios, y me tiene que pasar esto? Tengo muy mala suerte. Pero quería compensar todo el tiempo perdido, tanto está semana, como todas las anteriores, en las que no habíamos confesado lo que queríamos ser.

Subí al tren con destino a Valencia y me puse mis auriculares. Abrí Spotify, y recordé que la última vez que estuve en esta situación era para ir a las cabañas. Pero pensé que ahora sería diferente y me convencí de que todo iría bien esta vez.

-¡¡¡Rubén!!! ¡Estás vivo!- dijo Irene mientras se lanzaba a abrazarme como una loca.- te hemos echado tanto de menos, no he tenido a quien contarle mis dramas.

-Rubén, me alegro de que ya estés mejor, por dios. -se unió al abrazo Mateo.

Detrás de ellos, vinieron Ainhoa, Lucía y Nerea. La fuerza del abrazo me hizo soltar la maleta que llevaba en mi mano y está se cayó al suelo.

-Chicos por dios, que le vais a reventar el tobillo otra vez, ahora que está mejor. -dijo Ainhoa seria.

Se rieron y me ayudaron a levantarla. Estaba muy contento, todos habían venido a recibirme, pero no pude evitar fijarme en que Josh no estaba. Era el único que no estaba. Había venido hasta Nerea, la compañera de habitación de Lucía. Y ni rastro de Josh.

-Oye chicos... Os quiero mucho y eso, pero, ¿sabéis donde está Josh? -dije en voz baja.

-Ehhh creo que en vuestra habitación. - dijo Irene.

-Ni idea, yo no le he visto hoy. -respondió Ainhoa.

-Yo no he hablado con él desde ayer. -añadió Mateo.

-Ni yo. -dijo Lucía.

¿Que cojones? Era un poco raro que no hubiera venido. Y ninguno me decía nada de él. Malos pensamientos llenaron mi mente en un segundo. Ya no me quería. Se había olvidado de mí. Pero, eso era un poco raro, ¿no? Un día atrás, habíamos hablado como siempre hacíamos y no noté nada raro. Quizás solo estaba de exámenes y no tenía tiempo o estaba malo, o algo así.

-Ehh vale, voy a buscarle. -dije yo entrando en la residencia.

Al llegar, vi que el ascensor estaba averiado, así que me tocó subir hasta el sexto piso andando, por las escaleras y con la maleta. Lo pase bastante mal por el tobillo, y aunque mis amigos se ofrecieron a ayudarme, yo me negué, no quería que se preocuparan más por mí, me había cansado de ser la víctima, y que todos se comparecieran. Yo podía hacerlo por mi cuenta.

Llegué por fin al sexto piso y fui hasta la habitación 666. Fui corriendo por el pasillo con la maleta, chocandome con todo el mundo. Estaba deseando ver a Josh y abrazarle, aunque a la vez, estaba un poco triste porque no hubiera venido a recibirme. Cuando toqué el pomo de la puerta con mi mano, alguien la giro desde dentro y se abrió directamente. Ante mis ojos, se encontraba Josh, más guapo que nunca, mirándome fijamente con una expresión de ternura. No me di cuenta antes del estado de la habitación por estar absorto en Josh, pero cuando fui capaz de mirar a mi alrededor, encontré la habitación llena de confeti, serpentinas, decoraciones y un cartel que decía lo siguiente: "Bienvenido a casa, amor". Mis ojos se volvieron líquidos y me pregunté cómo podía haber pensado que no me quería. Estos cuatro días habían sido tan grises, que me había llenado la cabeza de pesimismo. Sin pensar en nada más, corrí a sus brazos, y le abrace como nunca lo había hecho. Bueno, a lo mejor, si lo había hecho más veces.

-Josh... Es precioso, gracias.

Él, en vez de responder, me apretó más fuerte y aunque trato de ocultarlo, vi como unas lágrimas rozaron sus ojos.

-Y yo que pensaba que te habías olvidado de mí.

-Eso nunca, bobo. -hizo una pequeña pausa. -Te quiero. -dijo dándome un beso corto, pero lleno de amor.

Me reí y le tiré a la cama, quedando yo encima de él, para abrazarle más rato. No quería soltarle en lo que quedaba de día, si era posible.

-Ahhhhg. Que daño. -dijo soltándome de repente.

-¿Qué pasa? -pregunté.

-Eres tonto, te había dejado una rosa en la cama, me acabo de clavar las espinas enteras.

-Ostia Josh perdón. -dije sin poder evitar reírme.

Nos levantamos y cerramos la puerta, que se me había olvidado, ups.

-Si no es para tanto. -dije mirando su espalda, con algunos rasguños.

-Que cabrón eres, te recuperas tú, y ahora tengo toda la espalda llena de arañazos por tu culpa.

-Me gustaría que los tuvieras por otra cosa, pero bueno, ya habrá tiempo. -respondí orgulloso, y me levanté para abrir la maleta y sacar mis cosas.

Josh se quedó quieto, sin hablar, probablemente sonrojado por lo que le acababa de decir. Y mientras yo sacaba mis cosas se dignó a hablar.

-Hoy es la fiesta de Halloween, ¿te acuerdas?

-Claro, tengo mi traje de vampiro en la maleta. -respondí riéndome.

-Pues a ver si te metes en el papel esta noche, que yo me dejó morder. -dijo levantándose de la cama y yendo al aseo.

Siendo ahora él quién me dejaba sin palabras, y con una pequeña erección en los pantalones. Me parece que ya he hecho suficiente reposo esta semana, ahora lo que me pedía mi cuerpo era bastante movido. Esta noche va a ser larga, muy larga.

Por encima de mi hombro o por debajo del tuyoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora