Capítulo 9

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¿Cuál es el punto aquí? He perdido la noción del tiempo. Oscuridad, sólo eso hay en mi habitación; sin ventanas, cerrada siempre la puerta, sólo oscuridad. Horrible oscuridad. Tan oscuro es mi nueva habitación como la triste alma de Dominik, tan oscura como la mia, como la tuya. En todos hay oscuridad, tranquilizadora pero temible oscuridad.

No distingo la noche y el día, ni los días, ni las horas. Todo era tetrico y aun más si Dominik, haciendo nose que, provoca sonidos de vidrios rotros, golpes y demás.

--Quiero salir de aquí -susurre para mi misma, a menos de que algo -o alguien- me vea entre la oscuridad.

De nuevo ese ruido, algo se cayo, suena a vidrio roto.

Pegue mis piernas a mi pecho y empeze a jugar con un mechon de mi, ahora más despeinado que nunca, cabello. Temblaba por el frio que me provocaban las paredes, además del evidente miedo que sentía al estar ahí.

Soledad, temor, frio, hambre... Pensaba que por fín acabaría con esos sentimientos, pensaba que con su llegada todo cambiaría a mejor. Que ingenua. Él devolvio todo, maldito, como te quiero.

En este instante, empieza a doler mi pecho de una forma horrible. El corazón pide a gritos un descanso de tanto latir por mi miedo pero era imposible. Supongo que también late por él, porque tontamente aun creo que me gusta. Estupidas emociones. Podría escapar de alguna manera pero siendo él, no puedo. Maldito amor.

¿Cuándo todo se volvio así?

De pronto, escucho como una llave lucha por introducirse en el hueco del seguro para abrir la puerta, y lo logra. La luz del pasillo ilumina mi horrible cuarto: Una cama con una hada grabada en el colchon, una escritorio -Que no sirve, a falta de luz-, una silla y ya. Es todo. Pobre de la niña -viendo la decoración- que alguna vez vivío aquí.

--Intente prepararte algo, querida -Él, con su voz de loco y posible sonrisa, de loco.

Con la poca luz logro distinguirle con una plato de plastico en la mano. Ahí el sonido: rompio algo. Felicidades, Santorski.

--¿Veneno? -pregunte, como si fuera una niña que apenas sabe hablar.

-No tiene, cielo, nunca te haria daño.

Quitando tontos recuerdos, resumo: Comimos como aquella vez. Él dandome la comida tiernamente. Ahora es perturbador, todo él es así. ¿Qué esperaba de alguien del manicomio?, ¿un lindo principe azul que me sacaría de ahí?

Todo esto era horrible.

--Muy bien -dijo él, terminandome de darme de comer.-- Espero que la comida te gustara, querida.

Me sobresalto al sentir su fria pero suave mano recorrer de mi tobillo a mi rodilla. Lentamente, la subia y bajaba, jugaba a subir o no, haciendome sonrojar a cada que subia y se acercaba al final de mi short.

--Siempre he amado tu piel, Solis -dijo, sonriendo.-- Es tan suave, delicada. Hermosa.

-Deja de hacer eso -susurre, avergonzada y con la cara posiblemente ardiendo en rojo.

--¿No te gusta que lo haga? -Y vuelve a subir. Es un idiota, y a ese idiota, tontamente, lo quiero.

Besos de sangre [Dominik Y Tu] [[Mejorando]]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora