CAPÍTULO [1]

4 2 7
                                    

“El pasado”

Las lágrimas son un fragmento de nuestro dolor, tan pequeñas, caen de nuestros ojos y después de que el llanto cese el alivio es comprometedor. En un pequeño lago cerca de un diminuto pueblo se encontraba un niño, llorando sin descanso, con sus pies metidos en el agua y cubriendo su pequeño rostro tratando de que las lágrimas cesaran. Se desconocía la razón de su llanto, solo lloraba y lloraba creando triste ambiente a su alrededor.

—¿Se puede saber por qué lloras?— Dijo una voz proveniente de entre los árboles.—

El niño sobresaltado por la intrusa voz apartó las manos de su cara para descifrar quién era la persona que le había hecho tal pregunta. Solo pasaron segundos pero el niño no escuchaba nada. Pensando que todo fue producto de su imaginación, sacó los pies del agua dispuesto a irse a otra parte.

—Oye, ¿acaso no me oíste?— Está vez, el niño observó una silueta parada al lado suyo, la observó de pies a cabeza encontrándose así con una niña de ojos cafés y largos mechones de cabello que lo miraba con curiosidad.— Es de mala educación no responder cuando alguien te hace una pregunta.—

Parpadeó perplejo sin saber que decir, la pequeña solo se cruzó de brazos esperando una respuesta por parte del contrario. El niño se limpió las lágrimas y mirándola a los ojos le dijo:

—E-estaba llorando porque estoy triste.— Dijo el pequeño de ojos azules que jugaba tímidamente con sus dedos.—

—Ya veo, ¿y por qué estás triste?— Preguntó la niña sentándose en el extenso pasto así invitando al niño.—

—Me pasó algo muy malo.— Respondió el contrario sentádose al lado de la pequeña.—

—¿Que te a pasado?— Las preguntas de la niña no paraban de salir de su boca, era tan curiosa como persistente.—

—Eres muy preguntona.— Respondió el niño ya algo cansado del interrogatorio, se encontraba triste y no le apetecía mucho hablar del tema.—

—Y tú eres un llorón.— Respondió hábilmente sin el deseo de que la conversación terminase.— ¿Me vas a decir el motivo de tu llanto o te pondrás a llorar otra vez?—

Estás últimas palabras llenaron de coraje al niño que se sintió ligeramente cuestionado por la pequeña.

—Estaba llorando porque mi mamá se ha puesto de muy mal humor conmigo, me dijo cosas feas y me insultó, parece una bruja.— Refunfuñó.—

La niña por su parte arrugó la nariz en señal de total acuerdo con el pequeño sobre su comentario.

—Todas las madres son brujas.— Asintió la pequeña mientras arrancaba una flor y la miraba con a aburrimiento.—

—¡Mentira!— Se apresuró en exclamar el de ojos azules.— Te aseguro que tu madre no es más bruja que la mía.—

La pequeña río divertida por el comentario del niño, le parecía graciosa la forma en la que el contrario se veía molesto.

—La mía es tan bruja que a diario me dice muchísimas cosas feas.— Agarró una piedra y la lanzó hacia el agua mientras que el niño la miraba con cierta curiosidad.— Pero aún así no puedo odiarla, es mi madre después de todo.—

Adicto a tu piel, [En progreso©]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora