Paredes Y Lencería

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Jihyo había dormido mejor que nunca, todo lo contrario a una rubia, quien por una parte el dolor de su pie, espantaba su sueño, y una linda pelinegra, bajita, pelo corto y con un precioso vestido negro al igual que sus ojos, aparecía en sus fantasías y suspiraba al poder haber apreciado una cara tan linda de cerca.

La pelinegra se despertó a las nueve en punto como de costumbre, se hizo su desayuno e inició a hacer los quehaceres de su casa. Jihyo era la típica ama de casa que servía y satisfacía cualquier necesidad que tuviese su esposo o vecinos si es que podía, pero con la gran diferencia de que a ella realmente le gustaba eso, quedarse en casa y hacer todo, arreglar, lavar la ropa, y por supuesto amaba cocinar, tenia un libro de recetas que su abuela le había heredado, aunque lo haya modificado un poco. Jihyo era popularmente por ser una una mujer independiente y capaz de hacer cualquier cosa, por las reuniones que hacia en su casa y la comida tan exquisita que servía, por mas que se tratase de unas simples galletas o snacks, cualquier cosa que Jihyo tocaba -cuando se refiere a comida- la convertía en lo más delicioso que alguien podría haber probado en su vida.

Al encontrar su casa perfectamente limpia y ordenada -como siempre-, se decidió por arreglar unos cuantos muebles que tenia en su garaje, y mover los nuevos que tenía ya en su salón. Se dirigió a un mueble de madera de roble que estaba en un rincón de su habitación, su vista fue directamente a su pared, había un pequeño trozo de papel tapiz que se había despegado, pasó su mano sobre el papel intentando volver a pegarlo, nada, paso su mano otra vez, así casi cinco veces, la paciencia de Jihyo explotó y arranco todo de tirón, una sonrisa ladina se dibujó en su rostro. Empezó a quitar todo el papel tapiz de su cuarto, desigual y con torpeza, amarró su corto cabello con un gancho, bajó desesperadamente a su salón, ahí empezó a buscar en los rincones trozos de papel despegados para arrancarlos, en medio de su encuentro con sigo misma; una nueva Jihyo, caótica e impredecible, sus amigas entraron en su casa sin previo aviso.

- ¡HOY ES VIERNES DE PÓQUER!... mejor vayamos a mi casa -dijo impactada Momo dando media vuelta y dejando a Mina  y Sana con Jihyo.

- ¿Estás bien Ji? Te veo un poco tensa, tal vez necesites el día libre.-preguntó Mina. Se despidió de su amiga con una abrazo un poco miedosa, sorprendida por que nunca había visto a su confidente así.

- Sabes Ji, te puedo recomendar una manitas excelente, pintó el cuarto de Dubu cuando era una bebé -dijo sonriente Sana.

Jihyo necesitaba alguien que le ayudase con la casa, había gastado mucha energía desprendiendo todo el papel tapiz de su salón gigante y habitación. Sana le mando el numero de aquella chica misteriosa. Se despidió de su amiga y prometió ir a su casa el próximo viernes de póquer.

Subió a su cuarto, ahora desordenado, quitándose toda su ropa y tirándola por ahí para darse un baño, lo menos que le importaba ahora mismo era que si sus cosas estaban o no organizadas. Tomó su tan deseado baño y salió hacia su vestidor, solo se puso ropa interior por la pereza que sentía en elegir un look entero. Quería dormir pero su cama estaba llena de pedazos de papel, bajo al salón y se sentó en un sillón, cogió su teléfono y le dio click al numero que le había dado Sana. Llamó.

- Buenas tardes, ehh una amiga me paso su número, quería saber si podría venir lo antes posible a mi casa a pintar dos cuartos por favor.

- Claro, en dos horas estaré en su casa, ¿Cuál es su ubicación? -preguntó la mujer desde la otra línea.

- Si, es ####################. Gracias -cortó.

La pelinegra se desplazo a su cocina, se sirvió una copa de Ballantines, una buena copa para una buena cabeceadita, fue al sillón de nuevo, terminó su bebida y cayó profundamente dormida.

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⏰ Última actualización: Jul 07 ⏰

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Desesperadas-JeongHyo (G!P)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora