Dilo.

Dos.

Me despedí, aun sin querer hacerlo. Te dejé en ese momento, con promesas incumplidas, con deseos de seguir pero sin la chispa para continuar.

Me despedí de tus ojos, de tu mirada, esa que ya no tenía el mismo brillo que antes, esa que me miraba como si fuera lo más precioso del universo, esa que ya no encontraba.

Me despedí de tus manos, de tu tacto, el que me dejaba sin aliento, el que me daba seguridad, el que me hacía sentir como lo más hermoso de tu universo.

Me despedí de tus labios, de tus palabras, de tus besos y de tus te amo, esos que ya no salían ni con esfuerzo, esos que me dejaban con la mente en blanco ya no estaban, solo besos por emoción y palabras de doble filo, que con el mínimo esfuerzo atacaban y te dejaban en mil pedazos tirada en el piso.

Me despedí de nuestro pasado, de nuestro presente y de nuestro futuro.

Me despedí de nosotros, en esa silenciosa y oscura habitación llena de recuerdos y llena de deseos.

Me despedí sin quererlo, viéndote dormir, sabiendo que sería la última vez; no quise hacerlo, pero era el momento.

Me despedí con un beso en la frente, me pare esperando que me detuvieras, aunque cuando lo hiciste, te solté y salí, porque era momento, porque ya había esperado demasiado.

Me despedí del amor de mi vida, sin mirar atrás, sabiendo que dejé mi corazón en esa habitación, porque no sería de nadie más.