Día 1: Mascarade

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Alastor respiro un par de veces antes de por fin animarse a ingresar. No era que no le agradara ir a fiestas, su momentánea frustración era de quien era la fiesta. Apenas ingresar la sonrisa burlona de Lucifer le hizo fruncir el ceño. No quería darle créditos por dar un evento de renombre en el hotel, pero tenia que hacerlo. El hombre sabía dar una fiesta y el hecho de que la temática fuera con antifaces lo hacía aún mejor. Camino entre los asistentes notando como algunos lo reconocían y se apartaban. Se encogió de hombros restándole importancia. Eso era su día a día, era normal para él ser evitado.

—¿Te diviertes? —esa dulce voz atrajo su atención. Al girar sobre si se encontró con Angel. Si bien la fiesta no era de disfraces, el supo caracterizarse. Se le veía muy bien el conjunto blanco que había elegido.

—Podrías perderte en ese color —afirmo divertido volviendo su total atención a él.

—Siento que me queda muy bien —rio al decirlo moviendo un par de manos por su ropa-, ¿entonces?

—Si olvidamos el hecho de que parecen evitarme, si, me divierto —apunto observando como a su alrededor comenzaban a apartarse.

En las ultimas semanas Angel se había vuelto un amigo muy leal. Si bien chocaron sus personalidades al inicio, luego de la destrucción del hotel y ver que genuinamente tenía un interés hacia él al verlo vivo cuando volvió, decidió darle una oportunidad. Si dejaba de lado sus bromas de mal gusto y que de vez en cuando podía ser muy abrasivo, era un excelente escucha. Se atrevía a decir que inclusive una buena compañía.

Ángel escapaba a todo lo que conocía, era como encontrar esa extraña rosa que aun con el más cruel invierno, prevalecía con sus pétalos intactos.

—Si bueno, el sentimiento es mutuo, no cualquiera estaría a mi alrededor luego de la advertencia de Valentino —murmuro frunciendo el ceño, observando como las luces descendían y la música cambiaba a una balada lenta.

Ante eso, Alastor enarco una ceja.

—¿Qué ha dicho nuestro querido amigo ahora? —dijo con sarcasmo inclinándose hacia él.

—Quien se me acerque sin pagar, tendrá que rendirle cuentas a él —cruzo un par de brazos bajo su pecho.

Alastor detallo cada movimiento con suma atención Podía afirmar justo en ese preciso momento, que la ropa que eligió si que le quedaba bien.

—¿Quieres bailar?

Apenas escucharlo, Angel sintió que su saliva se atascaba en su garganta.

—¿Escuchaste lo que te dije?

Alastor rio con más ganas extendiendo su mano derecha a Angel antes de llevar la otra tras la espalda. Ante esa clara invitación Angel sonrió torpemente.

—Quiero verlo intentar amedrentarme —Angel entonces se rio tomándola. Alastor lo hizo girar hasta que lo atrajo a él, su pecho rozo su pelusa, encontrándolo inusualmente mullido—. Es curioso, siempre creí que había algo más sólido.

Ángel al entender a que se refería volvió a reírse. Coloco un par de brazos sobre los hombros de Alastor, notando que este no se apartaba, ¿por qué de pronto la confianza? No lo entendía, pero tampoco lo rechazaría.

—Lo mismo dicen todos la primera vez que lo tocan —apunto divertido girando junto a Alastor, notando como cada vez más miradas sorprendidas se detenían en ellos—, pero te aseguro que dormirías como un bebe sobre mi pecho.

Alastor observo la mirada atónita de todos bajo sus mascaras mientras la música envolvía el lugar. Entonces la mano que reposaba sobre la cintura de Angel, descendió a su cadera, ocasionando que Angel se crispara al sentir el firme agarre de Alastor en esa área y como su cuerpo se presionaba un poco más con el contrario.

—Me gustaría probar alguna vez —y lo dijo sin malicia alguna. Aquello ocasiono en Angel un sutil sonrojo, que al sentir su cara arder agradeció a la máscara que le cubría la mitad del rostro.

En sus últimos tiempos conviviendo había descubierto que aparte de ser un jodido bastardo que disfrutaba de hacer sufrir a sus víctimas, era un hombre con un carácter flexible, que genuinamente se preocupaba por sus compañeros y que aparte, era capaz de intentar hacer algo con tal de acercarse a los que le rodeaban. Alastor en su opinión, podía ser un caballero con todo el mundo si el mundo le daba la oportunidad.

—Si alguna vez estas cansado, mi puerta está abierta para ti, sonrisas —Alastor le miro a través de su mascara. No había doble sentido en esas palabras.

La música ya había parado. El ritmo era completamente diferente, pero para Alastor fue como si ese instante en el que sus miradas conectaron se detuviera. Como si solo estuvieran ellos dos. De pronto se sintió ansioso, el aire peso en sus pulmones.

—¿Quieres ir a caminar?

Ángel que se había sumido en un pequeño caos, agradeció que dijera algo. De haber continuado un solo instante más viéndose de esa forma, no sabría si lo que hubiera hecho era por impulso o porque realmente quería besarlo.

—Me encantaría.

Sorpresivamente a Alastor le peso soltar esa fina silueta, pero no hizo lo mismo con su mano. Sujetándolo firmemente observo con soberbia como todo el mundo abría camino para ellos. Si Valentino quería retarlo, podía hacerlo, pero la experiencia de esa noche nadie se la robaría.

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