Día 7: First Heartbeat

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Angel había sido su amigo por años. Por mas extraño que eso le resultara en un inicio, encontró en el chico una buena compañía. Era atolondrado y solía decir lo primero que se le venia a la cabeza, pero era por eso mismo que lo encontraba tan curiosamente agradable.

Y no dudaba que Angel lo viera del mismo modo. Como un fiel amigo con el cual charlar a altas horas de la madrugada.

—Entonces el imbécil intento quitarme el arma de las manos, y que saco otras dos —Alastor sonreía sentado a su derecha escuchando su excéntrica historia, cuando una mano de Angel toco su hombro.

Y eso no hubiera sido la gran cosa, si su corazón no hubiera sufrido un vuelco repentino.

La mirada de todos recayó en esa unión entre sus cuerpos, antes de que el mismo Angel se diera cuenta de lo que había hecho, retirando inmediatamente su mano, como si su piel quemara.

—Oh, lo lamento, sonrisas. No fue mi intención tocarte —se disculpo rápidamente, pero contrario a lo que pensó, no vio reacción por parte suya.

Alastor parpadeo un par de veces, alternando su mirada entre las manos de Angel y su rostro preocupado.

—No pasa nada lindura, somos amigos, ¿no? —cuestiono intentando ignorar la sensación que había dejado Angel en su cuerpo—. Te lo perdono esta vez.

Todos rieron tensamente, pero ninguno se atrevió a decir lo que realmente pensaban.

Que eso era extraño.

Alastor contuvo la respiración cuando la espalda de Angel choco contra su pecho. Su poder se liberó con su corazón latiendo desembocado contra su pecho.

—Agh, ¡Jálalo, Husk! —se quejo Angel intentando hacer que sacaran del elevador el enorme mueble que habían intentado meter, sintiendo como a su alrededor Alastor hacia temblar la realidad—. ¡Lo siento, Al!

Alastor sin embargo no respondió. Sus manos temblorosas subieron hasta las caderas de Angel y lo empujo sutilmente. Su cuerpo temblaba, sus manos sudaban y no dudaba que su voz vibraría si se atrevía a abrir la boca. Sin embargo, sus dedos encajaron tan bien contra aquella suave parte, que de pronto se vio tentado a apretar más.

Apenas hubo espacio suficiente para que Angel se separara de su cuerpo, lo soltó y se fundió en una sombra. Se deslizo fuera de aquel lugar escuchando el llamado de Angel. Pronto se materializo lo suficientemente lejos de ahí sintiendo su corazón latir con fuerza. Lo podía escuchar en sus oídos.

Se llevo una mano al pecho y apretó su ropa con fuerza. ¿Qué había sido eso? ¿Por qué no se fue apenas sintió el cuerpo de Angel contra el suyo? ¿Por qué no destruyo ese lugar con tal de evitar que lo siguieran tocando?

—Me estoy volviendo loco —murmuro llevándose una mano al cabello, jalándolo hacia atrás.

¿Qué era lo que le ocurría al lado de Angel Dust?

Después de eso, como si el universo se burlara de él, ocurrían situaciones en las que terminaba a solas con Angel, demasiado cerca. Como si fuera una película de comedia, con Angel cayendo sobre él, tocando ambos algo al mismo tiempo. Encontrando sus miradas sin querer en cada habitación a la que entraban, para inmediatamente apartarla.

Alastor no podía con eso. Fueron semanas enteras donde su cuerpo era empujado una y otra vez contra Angel. Y para su disgustó o sorpresa, no le molestaba.

Si quiera dudaba que alguna vez lo hubiera hecho.

La piel cálida de Angel hacia su corazón latir con fuerza. Escuchar su voz erizaba su piel. ¿Qué era lo que le ocurría?

—¿Alastor? —se sobresalto cuando aquella dulce voz provino de sus espaldas. Se volvió inmediatamente con su habitual sonrisa, encontrando a la persona que tenia su cabeza hecha un caos desde hacia semanas—. ¿Estas bien, sonrisas?

—Tan bien como podría estarlo —afirmo con un leve tic en su ojo derecho.

Ángel enarco una ceja.

—Actúas raro conmigo, ya no hemos tenido nuestras charlas nocturnas, ¿hice algo que te molestara?

Alastor desvió levemente la mirada hacia la derecha.

—No, no se a que te refieres —apunto dándose la vuelta de nuevo—. Bueno, si me disculpas tengo cosas que hacer, luego hablamos, querido.

Ángel al ver que huiría de nuevo, se acercó rápidamente hasta tomarlo por la muñeca que mantenía tras la espalda. Alastor al sentir el agarre se crispo en su sitio.

Inmediatamente se giro mirando hacia donde sus cuerpos se unían.

—Al, yo- —entonces lo que tenia pensado decir, se esfumo de su mente. Frente a él tenia al demonio del radio sonrojado, más rojo que un tomate. Sus labios se entreabrieron, ¿fue por él?

Alastor al ver como le veía intento alejarse, pero no pudo, sus pies estaban estáticos en el suelo. Atados a aquella mano tibia que le sujetaba con fuerza.

—Angel, yo debería- —sus palabras murieron en la boca contraria.

Ángel le estaba besando.

Alastor en un primer momento abrió los ojos mas de lo que jamás pensó que podría antes de sentir como una horrible necesidad por profundizar aquel vil acto se apoderara de él. Ángel no supo porque, pero tuvo el valor de hacer lo que quería hacer desde hace meses. Y Alastor no le había apartado, por lo que, si lo mataba después de soltarlo, al menos se iría feliz.

Sin embargo, cuando las manos de Alastor le sujetaron por la cintura, atrayéndolo hacia él, creyó que el aire se iría de sus pulmones. Su jadeo se ahogó en la boca de Alastor, antes de que sus lenguas se encontraran. Alastor lo hizo retroceder hasta la pared de aquel estrechó pasillo. Otro jadeo escapo de Angel cuando una mano de Alastor subió por su espalda, escuchando como desgarraba su ropa.

Cuando aquel fiero beso se cortó, ambos se vieron a los ojos. Angel se vio reflejada en aquella mirada plagada de deseo y lujuria, estremeciéndose.

Alastor al caer en cuenta lo que había hecho, se hizo hacia atrás, observando el torso descubierto de Angel. Casi pudo jurar que su cuerpo entero tembló al ver a Angel con la respiración agitada, el rostro sonrojado y su mirada oscurecida por la lujuria clavada en él.

El tiempo se detuvo para ambos

¿Qué estaban haciendo? Eran amigos ¿Qué estaba ocurriendo?

—Alastor —su cuerpo se movió antes de que una respuesta llegara a su cabeza.

Su cuerpo ardía por tocarlo.

Lo abordo de nuevo, esta vez llevando una de sus manos tras su nuca, atrayéndolo para besarlo con la misma intensidad que antes. Entrelazando sus lenguas. Alastor sintió las manos de Angel moverse librantemente por su cabello, sus hombros y espalda. De pronto, eso no era suficiente. Se sentía sofocado.

Quería más.

Alastor abrió un portal, elevando por los muslos a Angel hasta hacerlo enrollar las piernas alrededor de su cintura. Ángel sonrió entre el beso.

¿Realmente estaba pasando eso?

Sin cortar el beso, Alastor entro junto con Angel a su portal. Ahora lo entendía.

Ángel había hecho latir su corazón por primera vez con aquel sentimiento que llamaban amor. Y no lo dejaría ir tan fácilmente ahora que lo había descubierto.

<<Ya tendremos tiempo para charlar debidamente después>>

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