|Tic toc, es hora de buscar|

26 2 0
                                    

El fantasma.

Corro por los pasillos aumentando mi desesperación, el sentimiento de no poder encontrarla me atormenta, de nuevo.

Me acerco a un grupo de mis hombres, que al verme tratar de huir, "contribuyendo" a la búsqueda. Pero ni aunque se escondan debajo de esta maldita tierra van a evitar la tortura que les provocare.

—¡¿COMO MIERDA SE ESCAPÓ!?
!¿COMO MIERDA!? ¡ESTA MALDITAMENTE FRACTURADA DE LA PUTA PIERNA! ¡¿Y aún así se les escapó?! —les grito con tanta fuerza que agachan la cabeza, saben que por el momento se salvarán. —¡Quiero que la busquen! ¡YA! Y vayan rezando por desaparecer de este planeta porque así sea que los tenga que buscar por todo el mundo, van a pagar con su vida esta irresponsabilidad.

Todos huyen como hormigas cuando se les destruye su nido. Yo tampoco espero mucho y corro buscando donde puede aparecer.

Joder.

Tiene una pierna fracturada y aún así logró escapar de mis guardias, la maldita puerta no tiene forma de abrirse por dentro, y aún así, se fue. Una sonrisa sale, pero de todas formas, tengo terror en que logré huir, haciendo que mi esfuerzo durante tanto tiempo, solo para que sea mía, valga mierda.

La maldita casa es demasiado grande, haciendo que mi búsqueda sea más difícil. Veo a mis hombres caminar de un lado a otro, buscándola por cada rincón posible, es tan pequeñita que podría caber en cualquier lado.

Algunos flashbacks de cuando la observaba antes de que me conociera, llegan a mi mente.

Flashback..

Me encuentro en el instituto de Cherry. Si soy completamente honesto, me siento demasiado nervioso, es la primera vez que tendremos interacción. Claro, sin contar cuando estuve en su habitación.

Es muy temprano, pero necesitaba que fuera así, pues nadie se daría cuenta de mi intrusión. Camino por el pasillo repleto de casilleros, busco el suyo consiguiendo mi objetivo.

Lo abro con la copia que saque de su llave, observó las fotos que hay, se ve preciosa en cada una de ellas. Quisiera acariciarla, pero no solo a una imagen, quiero acariciarla a ella, sentir su tersa piel.

Unos pasos apresurados me sacan de mi ensoñación. Me escondo lo más rápido que puedo, dejando a mi paso la nota que ya había previsto. Y como lo planeado, la veo correr buscando su casillero.

Tan bella y perfecta como siempre.

Hice lo que pude para que cayera tan profundamente dormida, que se le olvidará completamente de su proyecto, haciendo que tuviera que venir tan temprano a su colegio y así, por fin acercarme.

Sus manos jalan la puerta de su casillero con apuro, por lo tanto, la nota cae a sus pies. La lee y casi de inmediato su ceño se frunce, a la vez que un sonido de tic toc suena por la bocinas de toda la escuela.

Observa a su alrededor con una cara de pánico que no me encanta en su rostro. Sus pasos comienza lentos, caminando hacia atrás, con precaución, pero se apresura a correr.

Es hora de correr, ratoncita. —repito en voz baja lo que decía aquella nota.

Mis pisadas son largas, silenciosas, y precavidas. Camino por los pasillos buscando a mi pequeña cerecita. Sonrió con ternura al verla que intenta esconderse en un salón, sin darse cuenta que hay otra puerta por detrás.

Mi mano toma la manecilla, dándole vuelta con cuidado, para no hacer ningún ruido. Veo su espalda, su cintura descubierta, sus deliciosas y gruesas piernas mostrándose con esa falda que ahora que la veo, me da un poco de celos que otros hombres puedan apreciarla.

Acosador Donde viven las historias. Descúbrelo ahora