Capítulo 10 🌕☘️

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En el que Ivy y Ketahn se bañan



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Ivy se agarró al volante mientras el estómago se le hacía un nudo. Aquellos nudos se fusionaron en una fría y densa bola de terror, tan pesada que amenazaba con arrastrarla hacia abajo, más y más abajo, y supo que caería para siempre en la oscuridad y que nadie oiría sus gritos, nadie vendría a salvarla.

Porque ahora mismo no tenía a nadie.

Y realmente necesitaba a alguien.

¿Cómo pudo ser tan ingenua? ¿Tan estúpida?

Cerró los ojos. Joven y estúpida, eso era lo que había sido a los diecisiete años. Demasiado joven y confiada, con la cabeza en las nubes y el corazón en un puño.

No había atendido a razones, no había escuchado a la gente en la que debería haber confiado, la gente de la que había huido hacía un año. En cambio, había confiado en otra persona, alguien que creía que la amaba, alguien por quien lo había dejado todo...

Cuando abrió los ojos, estaba en la acera, delante de la casa de sus padres. Pero era mucho más grande, oscura e imponente de lo que recordaba, y no se parecía en nada al lugar donde había crecido. Las ventanas la miraban como si la juzgaran, y los bordes parecían cejas severamente inclinadas.

Sus pies se movieron solos y se deslizó por el pasillo con una lentitud que dio a su ansiedad tiempo más que suficiente para amplificarse.

¿Por qué había venido aquí? Después de todo, ¿por qué aquí?

Porque este es su hogar, ¿no? Algún sitio ha de ser el hogar...

Y ellos son mis padres.

De repente, estaba en la puerta. Se alzaba sobre ella, haciéndola sentir de nuevo como una niña pequeña, diciéndole que era tan pequeña e ingenua y estúpida como se sentía. Su mano pesaba mil kilos cuando la levantó para llamar.

Toc. Toc. Toc.

El sonido resonó en el interior de la casa y fuera de ella, pero en vez de disminuir fue aumentando, superponiéndose una y otra vez hasta que fue tan fuerte e intenso como un trueno y ella ni siquiera pudo taparse los oídos con las manos, porque estaba dentro de ella a punto de destrozarla.

El cerrojo sonó y el trueno cesó como si nunca hubiera existido.

La puerta se abrió y allí estaba su madre, con unos ojos azules brillantes muy parecidos a los de Ivy. Salvo que los ojos de Ángela eran fríos y vacíos mientras miraba fijamente a Ivy.

-¿Qué quieres? -preguntó Ángela.

Ivy nunca había oído la voz de su madre tan indiferente, tan distante.

Antes de venir sabía que no debía esperar una cálida bienvenida, sobre todo después de cómo se había marchado Ivy, pero esto...

-Quería veros a ti y a papá -dijo Ivy, con la garganta apretada-. Yo... quería deciros que lo siento, que teníais razón. Sobre todo.

Los ojos de Ángela se entrecerraron.

-Es un poco tarde, ¿no crees? Ya tomaste tu decisión.

-Lo sé, y lo siento. Lo siento más de lo que crees. Pero ahora mismo estoy tan perdida, tan sola. Yo... los necesito.

Necesito a alguien.

Su padre, Jason Foster, apareció junto a su mujer. Su barba tenía más canas que la última vez que Ivy lo había visto. Sus gruesas cejas se fruncieron mientras la miraba fijamente. Ivy nunca había considerado intimidante a su padre, pero ahora había algo inquietante en su presencia.

Ensnared (Enredado) Tiffany Roberts | La compañera de la araña #1 | EN EDICIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora