Libros y muffins (El dulce aroma del café recién hecho)

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Su mente está bastante dispersa con todas las cosas que la ocupan en este momento. Al salir de su habitación, la deja desordenada, con cajas de cartón y bolsas de viaje llenas hasta los topes. Se limita a gruñir mientras cierra la puerta y toma nota de que debe llamar a la empresa de mudanzas y recordarle a su padre que se quede en la habitación mientras trabajan. 

Las llaves tintinean al pasar de una mano a la suya. Sonríe agradecido a la hija de la mejor amiga de su madre, la anterior propietaria del piso al que llevaba un año intentando mudarse. Ella menciona que está totalmente vacío y listo para él, y bromea sobre que conozca a la simpática pareja de ancianos que vive al lado, advirtiéndole de algunos vecinos mientras suelta nombres que Asher olvida rápidamente.

Se despiden mientras él va a recoger los últimos documentos que necesita. Ni siquiera comprueba dos veces la foto de su visado cuando se lo entregan, simplemente se da la vuelta en silencio y se marcha, recogiendo la cena de camino a casa.

Ha sido el año más estresante de su vida. Con todos los documentos que tenía que rellenar y las entrevistas a las que tenía que asistir, y sus cuentas bancarias vaciadas con la compra y el amueblamiento de su nuevo apartamento, y por no mencionar la situación que le hizo querer marcharse en primer lugar... Su cuerpo se estremeció, rechazando físicamente los recuerdos del momento en que encontró a la chica que creía la elegida, engañándole con la única otra persona a la que habría confiado su vida.

El resto de la semana pasó como una bruma. De repente, la habitación de su infancia estaba vacía, salvo por la poca ropa que ya no le quedaba y por el par de cosas que decidió dejar. Finalmente, se preparó para mañana. Revisó dos veces su equipaje de viaje, tres veces su carpeta de documentos. Y se tumbó en la cama que había sido suya durante 24 años, cansado de su futuro; a la vez emocionado y ansioso ante la perspectiva. Al final, uno de esos sentimientos acabaría controlándole por completo durante los días venideros.

En la cama que pronto dejaría de ser suya, se quedó despierto hasta tarde (en contra de su propio deseo) pensando en el futuro. Algo que hacía tanto tiempo que no hacía, que no estaba seguro de estar pensándolo bien, como si se estuviera saltando todo un ritual sagrado por el que había que pasar para intentar siquiera visualizar la historia que uno escribiría para sí mismo.

Los ojos se le pusieron pesados tras dos horas de lluvia de deseos y pensamientos. Se durmió con el arrullador sonido de las cigarras.

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Odia los aeropuertos.

Sus experiencias pasadas con ellos no fueron suficientes para que pensara en los aeropuertos como un lugar en el que pasaría el tiempo porque sí. Siempre hace un frío glacial, o un calor asqueroso.

Pero esta vez, era agradable. Incluso acogedor.

Siente que sus pies dejan de moverle hacia delante, y mientras las notas de la canción de sus auriculares siguen sonando, imperturbables, mueve los ojos por el lugar. Una sonrisa asomó a sus labios, y la dejó estar.

"Creo que es la primera vez que te veo sonreír aquí". El sonido de la voz de su madre apareció por detrás, una mano suave se posó tranquilamente en su hombro.

Deslizó una mano sobre su cabeza y se colgó los auriculares del cuello. "Será porque es la primera vez que me dan ganas de sonreír en un sitio como éste". Respondió, con la sonrisa aún en la cara. Levantó la mano para acariciar la que tenía en el hombro.

Su madre le responde con un movimiento de cabeza y un empujón de la mano hacia delante. Deja que el proceso le guíe hasta el check-in de su vuelo. Unos instantes después, su gran maleta está de camino al avión, y él está de vuelta con su madre, llevando sólo su equipaje de mano y una mochila.

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⏰ Última actualización: Jul 02 ⏰

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Of The Boy With The Broken Heart - Traduccion al españolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora