5. Un problema.

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Asher:

Cada vez que podía aceleraba un poco más la velocidad de la moto. Llevaba unos cuántos días desaparecidos de la casa, había estado demaciado ocupado con el trabajo y otros negocios de mi padre. Tenía ganas de volver y descansar. Mucho más, si eso implicaba ver a Jane. Desde el último día que la vi no puedo dejar de pensar en ella. Mis recuerdos de ella son vagos, pero los nuevos se han vuelto películas en mi cabeza que se repiten miles de veces.

Y su aroma. Su perfume es algo que la hace especial, como pude evitar ese detalle cuando era un híbrido. Ahora no dejo de pensar en cada detalle de ella. Sus ojos color miel, esos labios rosados que muero por probar de nuevo.

¿Cómo ella pudo volverse tan indispensable en mi vida? Creo que sí no estuviera aquí, mi vida seguiría siendo aburrida y estaría agotado sin ningún motivo para sonreír; pero de solo saber que me quedan minutos para verla y que podré molestarla me siento bien. Es un privilegio verla tan enojada.

Estacioné la moto y revisé mis bolsillos para buscar las llaves de la casa. Abrí la puerta con cuidado pero me detuve al escuchar ruidos en el jardín, di media vuelta y me dirigí hacia allá. Saqué el arma que había tomado de tantas que había traficado mi padre. Bajé los escalones con cuidado revisando cada espacio hasta que choque con alguien por la espalda.

Sin darme cuenta me quitó el arma, me dió un patada en el estómago y provocó con su pierna que me cayera al suelo dejándome inmóvil. Abrí los ojos después del dolor que me había provocado la caída.

—¿Y tú qué haces aquí?

Era Jane. Estaba aquí sola lo cuál me sorprendió. Su rostro se veía de superioridad porque me había caído.

—Hola —dijo después de unos segundos.

—¿Ya puedes soltarme? —me estiró la mano para ayudarme y la acepte —¿Dónde aprendiste a golpear así?

—En la ciudad aprendí muchas cosas —se fue hacia una mesa con varias cosas.

—¿Eso que es?

—Ahora el que hace preguntas eres tú —me senté a su lado —Te tomé la palabra y estoy haciendo el perfume.

Me quede mirando todas la cosas de la mesa hasta que ví un pequeño frasco, supuse que era el perfumes así que lo tomé. Lo observó con determinación poco a poco.

—Me gustaría quedarmelo.

—Puedes quedarte con él, yo haré más —hizo una pausa —, pero me gustaría que me dejarás sola.

—Vale, señorita enojona —me levanté.

—¿Por qué me dices así ahora? —me reí cuando le di la espalda, esto se iba a poner divertido.

—Me dijiste que ya no podía decirte Caperucita.

—Eres un idiota.

—Me lo dices todos los jodidos días, no es algo nuevo.

—Asher, te diré algo —tragó en seco, era como si no quisiera decirlo —Alejate de mi, quiero empezar de nuevo tener un vida normal, sin mentiras ni secretos.

—Yo no te he ocultado nada.

—Es que no quiero tener ningún tipo de relación contigo y sino vamos a ser amigos es mejor que te alejes —suspiró —Tengo novio.

Sus palabras se clavaron en mi. No sabía cómo reaccionar y menos con ella allí, mirándome esperando una respuesta.

—Me da igual —mentí —Tu nunca me has importado, solo me gusta molestarte.

PERFECTA DESTRUCCIÓN [Parte 1 y 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora