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Estaba completamente preparada para mí “cita” de esa noche con Pipe, habíamos estado hablando bastante tiempo antes de planear exactamente un día y cuando por fin nos pusimos de acuerdo, fué el momento que tanto esperé.
Me había puesto una pollera suelta negra junto con una remera blanca acomodada dentro de ésta y finalicé con unos borcegos altos.
Nos íbamos a encontrar en el cine, aunque él me obligó a que yo acepte que el me pague el uber, lo cual no pude rechazar al ver qué ya lo había pedido y éste estaba afuera de mí casa.
Cuando llegué lo vi parado viendo las películas que había por lo que me acerqué, aunque parece que sintió mí mirada por lo que volteo viéndome mientras sonreía.
Al estar a su lado me dio mucha ternura su cara, además de que estaba vestido muy lindo y con un olor increíble el cual inundó mis fosas nasales apenas me abrazó para saludarme.
—hola, hermosa— mí sonrisa se expandió al escucharlo, al igual que el calor en mis mejillas.
Él tomó mi mano y fuimos adentro, no sé qué película era, pero ya había dicho que iba a ser de terror, así que tenía más o menos una idea.
Entramos a la sala después de una discusión de quién iba a pagar la comida, la cual gané, así que estaba bastante feliz.
Sinceramente, no era una película muy entretenida, sentía que lo único que hacía era asustar, pero la historia no era tan buena.
Pensando en cómo podría mejorar el guión de aquella película sentí su mano en mí muslo, pero al mirarlo él seguía con su vista en la pantalla por lo que simplemente seguí mirando.
Aunque mi mirada se volvió a desviar, está vez a su mano, la cual se acercaba hacía mi entrepierna lentamente, apretando mi muslo.
Traté de seguir concentrada en la película, por suerte estábamos en la última fila y no había más gente hasta unas filas más abajo.
Sus dedos llegaron a mí ropa interior, metiéndolos dentro de esta para empezar a acariciar lentamente mis pliegues, aunque la saco para llevarla a su boca, lubricando sus dedos antes de volver a mí, escena la cual vi mordiendo mí labio.
Sus movimientos me hacían temblar, por lo que justo antes de gemir alejé su mano de mí, logrando que por fin me mirara.
—nos van a escuchar— susurré al ver su linda cara con las cejas fruncidas.
Él se acercó sonriendo a mí oído —entonces vas a tener que tener la boca llena— mis mejillas volvieron a calentarse gracias a esa propuesta, pero la verdad me emocionaba esa situación.
