PRÓLOGO.

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Historia de @ANewYorkerWriter_

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"...en todo caso, había solo un túnel, oscuro y solitario, el mío."

Se llevó las manos a los ojos, desorbitados e incrédulos ante la situación que le estaba tocando vivir. Solo quería asegurarse de que no era un sueño, ni una pesadilla, y que tampoco era sangre lo que teñía sus yemas de rojo.

El ensordecedor pitido de las sirenas de policía, el vaivén de la bocina colocada en la parte superior de la ambulancia o el conjunto de luces de ambos vehículos inundaban las paredes de piedra del viejo barrio neoyorquino.

-Aguanta Alex, aguanta.

Las lágrimas emborronaban su vista y se mezclaban con el incesante sudor que recorría cada poro de su rostro. No prestó atención al policía que le rogaba abandonar el recinto para dejar a los enfermeros hacerse cargo de la situación, él solo podía observar sus ojos verdosos, perdiendo su brillo poco a poco.

-Alex.-tartamudeó medio ahogándose con su propia saliva. La sangre seguía brotando debajo de su mano.

Notaba el agujero de bala, la tela rasgada y la dureza del orificio de entrada alrededor de ésta, pero por nada del mundo quitó la mano de ahí.

Sabía que presionar la herida ayudaría a taponar la hemorragía, lo sabía muy bien, sin embargo no ayudaba, y eso también lo sabía.

Rendido, el policía dio una orden con el brazo. Los enfermeros rodearon el cuerpo, sin apartar al joven, e intentaron hacer algo que no fuera mirar como la mayoría de curiosos.

Inmovilizaron al chico principalmente. Decían muchísimas cosas, códigos médicos, o eso parecía. Él no escuchaba.

Sus ojos muy parecidos a los suyos parpadearon levemente cuando consiguieron colocarle la máscara de oxígeno alrededor de la boca y la nariz.

Estaban fijos en él, pero sus labios no se movían. No articulaban la más mínima palabra, solo esperaba a que terminaran de cerrarse y el dolor desapareciera.

-Alex, por favor. No te vayas.-gritó él tomando el rostro del chico entre sus manos.-Vas a ponerte bien, vas a sobrevivir, ¿me oyes campeón? Sé que podrás.

Ni siquiera estaba convencido de sus palabras. Solo quería que no se preocupara o simplemente darles esperanzas a los dos. Su hermano era lo único que le quedaba y la vida se lo arrebataba.

Su pecho ardía, su rostro bañado por las lágrimas estaba rojo, en llamas, al igual que sus ojos hinchados.

-Está perdiendo demasiada sangre, no se puede estabilizar.-dijo alguien a su lado.

Un par de manos apartaron las suyas de la herida, y por primera vez desde que yacía ahí arrodillado miró a alguien que no fuera su hermano.

Unos ojos azules le analizaron con cautela. Eran profundos, muchísimo.

-Déjales hacer su trabajo, queremos ayudarte.

Se fijó más en su vestimenta, no era uno de los enfermeros, aun así tenía un par de manchas de la sangre de su hermano por el pecho.

Una cazadora de cuero abierta dejaba ver la camiseta blanca de debajo y la placa de la policía de Nueva York pendiendo de su cinturón. Entonces frunció el ceño, él no confiaba en la policía.

Los demás enfermeros también fijaron sus miradas en él, esperando una respuesta. Suspiró, ¿qué otra cosa podía hacer?

A regañadientes se movió un poco, dejando que su hueco lo ocupara otro médico.

Todos sus sentidos se centraron en atender a su hermano, en hacer todo lo posible para que sus fuerzas no decayeran, para que se mantuviera a su lado.

Agarró su mano con firmeza, y la apretó todo lo que pudo.

Estaba llorando, no podía controlarlo. Olía a sangre, a antiséptico y esterilidad. Todo esto mezclado con el humo que desprendían las fábricas más cercanas y con el hedor de las alcantarillas.

-Alex, ¿me oyes?

Se sobresaltó al escuchar los pitidos de una máquina que habían bajado de la ambulancia. Siguió el cable blanco hasta ver como conectaba con su muñeca libre.

Esos pitidos eran su ritmo cardíaco, su pulso.

-No podemos subirlo a la ambulancia, la bala ha rozado el corazón, pierde mucha sangre.

Eso solo hizo que apretase los dientes sintiendo una lluvia de lágrimas salir en tropel por sus párpados.

Tenía ganas de chillar, de romper cosas, de acabar con el mundo, pero sobre todo de ver bien a su hermano.

-Alex.-su corazón fue el acelerado esa vez. Los ojos del chico estaban cerrados.-Alex, Alex...-Lo zarandeó un par de veces, controlado por el pánico.

Tal vez el destino quiso darle una última oportunidad de verle, pues éste los abrió unos segundos.

La respiración se evaporó rápidamente de sus pulmones.

Estaban casi apagados. Comprendió que la vida estaba a punto de abandonarlo.

-Alex te quiero. Alex, te juro que esto no quedará así, te lo juro por mi vida, hermano.

Una lágrima escapó esta vez del lagrimal de la víctima. Acabó junto al charco de sangre que se había formado bajo su espalda.

Los pitidos se aceleraron, los médicos hablaron, los policías observaron, Alex cerró los ojos y Nathan... Nathan solo pudo ver como su alma escapaba de todo aquello en dirección a un nuevo sitio, el cielo.

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⏰ Última actualización: Jul 05, 2015 ⏰

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