Los sobrevivientes de tercer año del Alfonsina Storni no se sentían afortunados. Por el contrario, a veces deseaban haber corrido la misma suerte que Mariano, que Ramiro, que Belén y que tantos otros. Fantaseaban con que todas las dudas, los miedos, las preocupaciones y las inseguridades fueran borradas de su memoria. Una vida bajo tierra, en el cielo o incluso en el infierno. Muertos, para no tener que seguir recordando.
Las consecuencias del Juicio habían sido catastróficas para los chicos por razones que no eran visibles ni en la superficie ni en lo más profundo de sus corazones. El consuelo que tenían, por más pequeño que se sintiera, era resguardarse en la presencia de los únicos que podían entender lo que habían vivido.
Porque nadie más lo hacía.
—¿Cómo te sentís con tus nuevos compañeros?
—Bien.
—¿Te sentís adaptado al grupo?
—Sí.
—¿Pensaste si querés volver al atletismo?
—No voy a volver.
La psicopedagoga anotó en su libreta con desgano, parecía que llenar casilleros de una planilla no la entretenía. Lucas odiaba tener que sentarse con ella y perder su tiempo respondiendo preguntas insensatas. Sabía que Gonzalo y Darío pensaban lo mismo. Jazmín siempre trató de defenderla, y por más de que eso les hiciera hervir la sangre, los chicos no la juzgaban. Era Jazmín, al fin y al cabo.
—¿Cómo estás con tu psicóloga? ¿La seguís viendo todas las semanas?
—Sí.
La psicopedagoga se sacó los anteojos y miró a Lucas con cansancio.
—No me dijiste cómo estás con ella.
Lucas esquivó el contacto visual lo mejor que pudo. Después de que TAI apuñalara a Sebas, Julián lo había mirado a los ojos a él, regocijándose con su dolor. Lucas supo en ese momento que nunca más podría confiar en la mirada de nadie.
—Bien. No sé qué querés que te diga.
—Que me cuentes algo, Lucas. Yo te quiero ayudar. ¿Me vas a dejar ayudarte algún día?
Negó con la cabeza. Era la única respuesta posible. No había nadie que pudiera ayudarlo.
—¿Ya terminamos? —preguntó; quería irse de esa oficina lo antes posible.
La psicopedagoga cerró su libreta y le hizo una seña de aprobación.
—Nos vemos la semana que viene.
Lucas salió y no se giró a despedirla. Le había hecho perder la mayor parte del recreo de la mañana. Cerró de un portazo y se fue al pasillo. Un pasillo lleno de chicos y chicas a los que despreciaba. Todos tan concentrados en la próxima previa o en si su crush les había reaccionado a una historia en Instagram. "Qué imbéciles que son", pensaba Lucas. Con lo que había vivido se sentía mucho más allá de esas cosas de adolescentes con las que ahora no se identificaba.
Había perdido de vista a Gonzalo y a Darío. Era probable que estuvieran juntos, pero no sabía dónde. Vio a Jazmín hablar con algunas de las chicas de su curso , cerca del baño, pero no se acercó a formar parte de esa conversación. Admiraba cómo Jazmín podía actuar como si nada hubiese pasado. Él no tenía ese poder.
Suspiró derrotado y se fue solo hasta el aula.
Entró y no había nadie ahí. Avanzó hasta el fondo con los hombros caídos, como si las piernas le pesaran. Ese era su nuevo caminar, su nueva forma de lidiar con la mierda que le había quedado de vida, la vida que Julián le había arrebatado.
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Tu amigo invisible 2 [EN LIBRERÍAS]
Mystery / ThrillerDamián Barrios vive hundido en un pozo sin salida desde el enfrentamiento con TAI. Hasta que le llega una carta. Y, con ella, la oportunidad de remediar los errores que lo atormentan. La amenaza es clara. Las sombras, cada vez más oscuras. El objeti...