Capitulo 5 - Dulces

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La depresión del Bufón

Buenas chicos, aquí estamos con un nuevo capítulo que espero y les guste, será algo diferente a los demás puesto que estará más centrado en la vida de Mandy y sus razones de ser como es, (O eso intentare mostrar).

Desde ya disculpen por una posible mala redacción y los errores u horrores ortográficos.

¡Disfruten la lectura!

Capítulo 5

Dulces


Hace unos años en un gran castillo llegaba una reina y un rey con una pequeña bebe en brazos, esta niña tenía una piel morena suave como su madre, unos ojos marrones y un particular cabello verde pastel como su padre.
Los reyes poseían una gran fortuna por poseer una de las fábricas más grandes e importantes de dulces de todo el mundo y eran de las personas más prestigiosas también, estos no tardaron en dar a conocer la noticia del nacimiento de su primer y única hija al reino dulce, era su mayor orgullo y no iban a dudar en darlo a conocer.

Durante los primeros años de vida de la pequeña hija, los padres se enfocaron en darle la mejor educación y atención posible, confiaban en que, en unos años, esta niña se convierta en la reina heredera del negocio familiar y de Candyland, tierra que era habitada por miles de personas que trabajaban en el negocio de la familia.

La niña, llama Mandy en honor a su abuela, era una niña muy activa y juguetona, aunque también bastante temperamental y mandona. Odiaba las tareas y reglas que le imponían sus padres, "Lo hacemos para que cuando crezcas y nosotros estemos viejos te encargues de todo" decían, aunque con apenas 5 años, no era consiente de muchas cosas, Mandy no quería decepcionar a sus padres, por más estrictos que sean, ella los quería y no quería defraudarlos.

Ella disfrutaba muchas cosas que vistos desde la mirada de sus padres eran "inaceptables para la realeza", amaba mucho jugar con otros niños y hacer desastres en ese proceso, le gustaba los juegos rudos y a veces, robar algunos dulces de la fábrica. Esas actividades eran lo mejor para ella, la alejaba de las responsabilidades que le imponían sus padres, aunque también colaboraba con ellos para no decepcionarlos.

Mandy en sus prácticas de cómo ser princesa de Candyland y futura reina, tenía que realizar ciertas actividades, como el levantarse temprano, alistarse con su traje de princesa, asistir a las clases, que eran en el castillo, asegurarse de que todas las actividades del hogar se lleven a cabo de manera eficiente y demás cosas, era bastante agotador para una niña pero no había lugar para las quejas, tenía que dar lo máximo de si para no defraudar a los reyes.

Los reyes aunque estrictos, eran también amorosos con la pequeña princesa, sabían que era muy pequeña pero querían prepararla ante cualquier eventualidad, por eso la consentían con todo tipo de regalos, como juguetes de todos las formas y tamaños y vestidos de varios colores pero notaban que su hija los descartaba rápidamente y se quejaba de un aburrimiento constante por lo que en el día de su cumpleaños número 9 le entregarían un regalo que le duraría para siempre y la tendría entretenida en todo momento.

El Rey mando a que la llamen para poder entregarle su regalo el mismo ya que normalmente esta tarea se lo encargaba a alguno de sus súbditos por estar ocupado en el trabajo.

Mandy: -Se acerca hasta el Rey que estaba sentado en su trono- ¿Me llamaste padre?

Rey: Así es, Mandy. Quería darte en persona tu regalo de cumpleaños de este año, siento no habértelos entregado antes pero- -Fue interrumpido por Mandy-

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