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Nunca pense encontrarme asi, sentada en la fria y solitaria habitación con mi mascota al lado, mientras me siento más sola que nunca, todo esto pensando que mis amigas estan celebrando sus cumpleaños con la persona que logró separarme de ellas. No pensé sentirme tan desecha un fin de semana, dandome cuenta que todo ha cambiado para mi; que ya no son las mismas chicas que quise y estuvieron para mi.

Llegó el momento al cual le tenia tanto temor, las estoy perdiendo, me estoy perdiendo a mi misma tratando de forzar algo que hace tiempo no llega a más, pensando que todo estara bien mañana, pero mi mente y alma no lo olviara jamás y tendré que vivir con ese sentimiento de sentirme tan reemplazable constantemente.

Si tan solo lograran entenderme como yo lo hago con ellas, si hicieran un intento de contenerme en mis peores momentos, si se tomaran ese mínimo momento para mi, el cual yo me tomé con ellas cada dia del año; si me acompañaran como yo las acompaño, si me quisieran como yo las quiero todo sería diferente. 

Pero como se dice, las personas son etapas, llegan y se van; sabia que iba a pasar pero no esperaba que suceda tan pronto, lo había vivido con alguien, le había tomado tanto cariño pero parecía no recibir lo mismo. Dejamos de hablar por decisión mía y ya no se nada de ésta.

Llego a sentirme tan reemplazable en estos momentos, ver que quienes crees que te quieren no hacen un esfuerzo por  quedarse desalienta demasiado, con el tiempo te cansas y te preguntas "¿Por qué?" "¿Qué pasó?" "¿Qué hice?" Cuando sabes que no hiciste nada y que solo fue su decisión.

Papá sabía todo, papá siempre estaba, con sus sabias pero dolorosas frases. El apareció aquí, me dio uno de sus abrazos reconfortantes que lo único que lograban era que me parta en miles de pedazos e intenté controlar ese tortuoso llanto que no quería salir; no me ha gustado que me vean llorar, odio sentirme vulnerable, y menos que menos me gustaba llorar por entes que no valoraban nada de mi persona.

Papá estaba acá, papá me contenía, papá me amaba.

-No te tortures, pensé que eras inteligente hija, no necesitas a nadie mi vida. Sos capaz de todo, mi hija es buena y gentil, mi hija es inteligente y estratégica, mi hija es hermosa y feroz, mi nena es mi mayor orgullo; y mi orgullo no va a decaer fácil, mi orgullo sale adelante como siempre y afronta cualquier problema.-

Esas palabras desgarraban mi alma, perforaban cada parte de mi cuerpo y me hacían temblar, ese abrazo de papá para consolarme me lastimaba, me lastimaba el verme tan patética, tan tonta, tanta débil.

Debía aprender, debía cambiar y velar por mi, dejar de preferir el bien de los otros antes que el mío, centrarme a mi y solo a mi. Pero que difícil es, es una tortura violenta dejar atrás, saber que no fuiste tan importante, que todo termina tan rápido, que nada dura para siempre; era fiel creyente de la verdad, la justicia y de que había un dios, pero siempre pensé que él no creía en mí, y por eso yo era su fiel guerrera, me traicionó y me dejó infeliz.

Pero de eso se trata la vida, al menos la mía, pase por tantas etapas, tantas personas, me topé con sus peores caras, me convirtieron en esto, en algo tan infeliz, que ahora era mi problema el sanar; tenía que lograrlo.

Debía cambiar, por mi y por papá, su orgullo no se rendiría, su orgullo no moriría y su orgullo mejoraría.

Lucrecia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora