𝙘𝙖𝙥𝙞𝙩𝙪𝙡𝙤 𝙩𝙧𝙚𝙨.

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ᴘ ʀ ɪ ɴ ᴄ ᴇ s ᴀ s
ℎ𝑜𝑦: Esperanza.

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Caminando por un bosque poblado de distintos tipos de árboles, con una humedad inhumana que le electrizaba el pelo y la hacía transpirar y un monito muy simpático siguiéndola desde hace rato, Renata entendió que se encontraba dentro de un sueño. El paisaje le causaba intriga, por lo que no tenía intenciones de despertarse dentro del corto lapso de tiempo. El mono se subió a su hombro, pero acostumbrada a este tipo de acciones al pasear por este tipo de lugares con su padre durante su infancia y mitad de su adolescencia, Renata lo dejó descansar ahí mientras caminaba.

─¿Escuchaste eso?

Gritos provenientes de una lejanía no tan extensa alertaron rápidamente a Renata, que cambió la dirección de sus pasos y siguió ese sonido.

«Alguien necesita ayuda. Vamos.

El animalito se bajó de sus brazos y comenzó a correr, Renata lo siguió y ambos llegaron hasta la dueña de esas exclamaciones. Una mujer de pantalones azules estaba sentada sobre la tierra, cargando varios suspiros de dolor. Estaba dándole la espalda a Renata, por lo que la castaña no podía verle el rostro.

No podía reconocer a esa mujer, pero el sentimiento de familiaridad que sentía no era normal. La conocía de algún lado. El pecho se le hundió al sentir un estado de cariño hacia esa persona. Quiso acercarse y ayudarla, preguntarle si se conocían de algún lado, pero le era imposible. No podía moverse, no podía hablar. No podía ayudar a esa mujer que tan mal la estaba pasando, sola.

Lo único que le faltaba era estar viviendo una parálisis de sueño.

─¡Malvina!

Ese grito. Esa voz. Era Cristóbal, su Cristóbal. Su hermanito. Y esa mujer frente a ella era Malvina, su Malvicha. La madre de su nuevo hermanito, la mujer a la que pudo considerar familia. Las manos de Renata comenzaron a temblar de forma incontrolable y sus ojos se aguaron tan rápido que no pudo ver nada más. Malvina estaba dando a luz a su hijo, sola, en el bosque.

Cuando por fin sintió que sus huesos le permitían moverse, juntó fuerzas para dejar de llorar y acercarse a Malvina y ayudarla, alguien la agarró fuertemente de los brazos y la agitó de un lado para el otro.

─¡Renata, despertate!

Un suspiro largo devolvió a Renata al plano terrenal, dónde Julián la miraba con una sonrisa de oreja a oreja.

─Ay, nene. ¿Qué querés? Estaba durmiendo.

─Bueno, no me importa. ¿Me podés explicar cómo es que Nacho sabe que te chapaste a Joaquín y yo no?

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⏰ Última actualización: Jun 24 ⏰

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𝙥𝙧𝙞𝙣𝙘𝙚𝙨𝙖𝙨; casi ángeles¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora