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Aunque estén leyendo esto desde su Iphone 15 y vestidas con tejanos y un top, para adentrarse en esta historia deben dejar en siglo XXI. Decir adiós a las zapatillas y cambiarlas por tacones, pasar de sudadera a un elegante vestido de colores pastel, recogeremos su pelo en un peinado moño. Ahora si, ya están listas, queridas lectoras para principios del siglo XIX.

Sevilla, 1809

La noche tenía aroma a verano, pero una vez entrabas a la taberna tu nariz solo olía sudor y licor.

Y ahí estaba, secando copas nuestra protagonista. Su larga y rizosa melena se encontraba en una coleta medio desecha. Su piel morena resaltaba aun más con el delantal blanco que abrazaba su esbelta figura. Sus ojos azabache estaban muy concentrados en los vasos de wiski, tan concentrada que no se percato del joven ingles sentado en la barra.

Hasta que este carraspeó y ella sonrió amablemente para atenderle.

Buenas noches, ¿qué desea tomar, caballero?- la cara del joven era un poema y no contesto.- ¿Quiere algo de beber?

—Me... yo no hablar.- dijo en un torpe español. Cecilia comprendió que no era de aquí así que decidió sacar a relucir sus dotes de inglés.

Cecilia amaba leer, y dado a que las lecturas extranjeras tardaban años en ser traducidas al español, no le quedaba más remedio que leerlo todo en versión original. Sin nunca haber ido a la escuela sabía Francés, Italiano, Ruso, Español, y claramente Ingles.

—Oh, no se preocupe. Decía que si quiere que le sirva algo.— le repitió esta vez en el idioma natal del cliente.

—Emmm... el mejor vino Español que tenga.- dijo, dejando a relucir su acento británico.

Así que Cecilia le sirvió la copa al extranjero y siguió atendiendo sus labores. Hoy había sido un día tranquilo en la taberna y la noche no cambió. Estaban solo ella y el joven ingles.

—¿No es usted muy joven para trabajar aquí?- la voz del caballero casi hace que se le caiga el vaso al suelo del susto.

—¿Y no es usted muy inglés como para andar solo por Sevilla?

—Estoy de viaje. Me encanta viajar. He recorrido gran parte de Europa, España era mi ultima parada y me he quedado maravillado con la hermosura del país.

—Es usted muy privilegiado, supongo. Yo no he salido nunca de Sevilla.

— ¿Nunca?

—Mi sueldo es imprescindible para que mi familia y yo sobrevivamos. No me puedo permitir viajar o saltarme un día en la taberna.

—¿Tiene usted muchos hermanos'

—Somos cuatro.

—Yo tengo siete, contando conmigo ocho— la cifra hizo que la camarera abriese mucho los ojos. Pobre madre, parir tantas cabezas.

—Mantener ocho hijos tiene que ser muy costoso. ¿No será usted un príncipe o algo?— dijo en sarcasmo la española con una mezcla de gracia e incredulidad.

—No, soy solo un Lord.— Cecilia pensó que seguía con la broma pero cuando le miro a los ojos vio como este estaba serio.

Nunca habia estado delante de un alto cargo, y menos uno inglés. Flexionó las rodillas para hacer una reverencia.

—Por dios, o hagas eso. Me marché de Londres para descansar de las reverencias.

—Seguro que la alta sociedad inglesa tiene que ser agotadora.- dijo con desdén la camarera. Como alguien con tantos privilegios se puede quejar de ello, frente a ella que tiene que trabajar día y noche para sobrevivir.

—No me malinterpretes, es agobiante pero agradezco mi titulo, pese a ser el tercer hermano. Mi nombre es Colin Bridgerton.— le extendió la mano, la cual ella aceptó.

—Cecilia Diaz.

Con ese apretón de manos se forjó una amistad que duró hasta la marcha de Lord Bridgerton a su país natal.

En todos los días que él se pasaba por la taberna hablaban de tú a tú, olvidando la diferente posición social que ocupaban y llenando el local e risas.

Cecilia tenía la creencia que los ingleses eran unos sosos y estirados, o al menos así es como los presentan en los libros. Pero Colin y sus anécdotas sobre sus viajes y sobre sus hermanos le demostraron que incluso la alta sociedad entiende de humor. Y su nuevo amigo también la hizo perfeccionar más aún su ingles, tanto que a veces en casa se le escapaban palabras sueltas lo que enfadaba a su padre.

Hoy era el día de la despedida, después de que Colin se pasase los dos largos meses del verano en Sevilla, él tenia que coger un tren que lo llevaría hasta Cádiz y ya ahí dirigirse al puerto que le devolvería a casa en barco.

—Ven conmigo.

— ¿Qué haría una camarera española en medio de Londres?

— Te presentaría a mis hermanos, Eloise y tu os levaríais de maravilla.

— Lo siento Milord, pero no puedo.— Colin saco un pequeño papel y se lo entregó a la morena.

— Esta es la dirección de mi casa, por si alguna vez te animas a salir de Sevilla y quieres visitarme o simplemente para mandarme una carta.

— Vas a perder el tren Colin.— dijo ella viendo como cerraban las puertas de la locomotora.

— Ha sido un placer Ceci.— se abrazaron y ambos se contuvieron para no soltar una lágrima.

Una vez él entró y se sentó, Cecilia se dio media vuelta. Miró la tarjeta que Colin le había dado con el apellido Bridgerton en grande y la dirección debajo. Negó la cabeza para sí misma y guardo el papel en el bolsillo del delantal.

Lista para seguir con su aburrida vida sirviendo bebidas.

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⏰ Última actualización: May 19 ⏰

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𝓮𝓷𝓽𝓻𝓮  𝓶𝓾𝓷𝓭𝓸𝓼 [Benedict Bridgerton]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora