𝘴𝘦𝘥𝘪𝘤𝘦𝘴𝘪𝘮𝘰

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"¿En qué sueñas?".

El leve piar de los pájaros se mezclaba con el tintineo de una campanilla al viento, las notas de una melodía seguramente olvidada atrapadas por la brisa en algún lugar lejano. Una cálida ráfaga entró por la ventana abierta de par en par y le subió por la espalda, alborotando las sábanas caídas sobre caderas pesadas por el sueño.

El tiempo no importaba allí, en el refugio de sábanas y extremidades enredadas, con el vientre apretado contra vientre y los muslos atrapados entre muslos.

"¿Qué te hace pensar que sueño con algo?".

"Porque te conozco".

Con el brazo apoyado sobre la clavícula de su novia, hizo girar un mechón rubio entre los dedos.

"¿Ahora?", susurró Jennie. "En ti".

"No sé si creérmelo".

Jennie se mordió el labio para contener una sonrisa y pasó los dedos por debajo de la barbilla. Se inclinó hacia abajo y manifestó su devoción por aquella piel tan perfecta, dejando un rastro de besos por la columna de su exquisito cuello.

"No tengo motivos para mentirte", murmuró en la piel justo debajo de una delicada oreja.

Dejó que Chaeyoung sacudiera la cabeza sin discutir, contenta de seguir trazando patrones sobre arcos divinos de piel.

"De acuerdo. Guárdate tus secretos, demonio".

"Nada de secretos", sonrió Jennie con un mordisco. "Sabes que haría cualquier cosa por ti".

"Entonces quédate conmigo", susurró Chaeyoung en el silencio de su santuario. "Deja que me quede".

Los ojos de Jennie se cerraron ante los suaves dedos que recorrían su columna vertebral, soltando un ronroneo profundo que le estremeció hasta los huesos cuando las uñas rozaron y arañaron justo debajo de sus alas.

"... Ojalá pudiera, mi amor".

"¿Por qué no puedes?".

Dejando que sus ojos se abrieran, Jennie buscó el rostro que la miraba.

La luz de la habitación la envolvía en un brumoso resplandor burbujeante de champán, que solo hacía aún más hermosa a la mujer que tenía en sus brazos. Ni los pasteles púrpuras ni los dorados resplandecientes del cielo podían compararse con Chaeyoung en aquel momento. No allí. No en un lugar tan sagrado.

A Jennie le dolía el sentimiento de amor y arrepentimiento que la embargaba.

"Sabes por qué", le recordó Jennie con tristeza mientras pasaba las yemas de los dedos por la sien de Chaeyoung.

"Pero, ¿por qué debo sufrir por tus errores?".

Sintiendo que se le abría y sangraba el corazón, Jennie apoyó la cabeza en la mejilla de Chaeyoung y respiró entrecortadamente. "Lo siento", susurró en una súplica igualmente suave. "Lo siento... Si pudiera hacerlo otra vez... si pudiera volver atrás".

"¿Entonces, qué? ¿Preferirías que no hubiéramos sido nada entonces?".

"No", se quejó Jennie a través de otra fractura, anhelando que Chaeyoung comprendiera mientras se apartaba para mirar impotente a unos ojos que brillaban al rojo vivo en la bruma de la habitación. "Pasaría por un infierno cada mañana, aunque solo fuera para abrazarte cada noche. Tú lo sabes. Me conoces".

"Entonces quédate".

Unas manos suaves atrajeron a Jennie hacia un beso en el que ella se dejó derretir. "Pero nunca podré quedarme contigo. Aún no he hecho las cosas bien", murmuró contra unos labios endulzados por el sol del amanecer.

𝙧𝙚𝙡𝙞𝙜𝙞𝙤𝙣'𝙨 𝙞𝙣 𝙮𝙤𝙪𝙧 𝙡𝙞𝙥𝙨( 𝙘 𝙝 𝙖 𝙚 𝙣 𝙣 𝙞 𝙚 )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora