—Yo estoy destinado a morir solo. —Dijo Gian sin darle importancia a sus palabras. Hablaba con su mejor amiga Martina que le había estado haciendo la segunda en la cafetería.
—Callate, si tenes todos los días una distinta. —Lo jodió la rubia que lo ayudaba a terminar de guardar las cosas en su lugar, ya que estaban cerrando el negocio.
—No lo digo en ese sentido. —Explicó, mientras agarraba el cartel que decía "cerrado" para ponerlo en la entrada del local. —Me refiero a enamorarme, tener novia, o alguna de esas pelotudeces...
—Ya te vas a enganchar vos. Tenes que encontrar a la indicada. —Se rió Marti, sentándose en una de las mesas mientras lo observaba. —Mirame a mí, decía lo mismo y ahora ya voy a cumplir 4 años y medio con Lourdes. —Dijo en referencia a su novia.
—Na, ni en pedo me engancho, prefiero vivir este tipo de vida antes que preocuparme por esas boludeces. —Negó rápidamente. En ésta etapa de su vida estaba en el mood de un adolescente promedio.
—Callate, si vos tenes unas re ganas de pollerear. —Lo atacó la rubia.
—No es que lo busque. —Replicó. —A ver, a veces te dan ganas...nunca estuve de novio. Me gustaría saber que se siente amar a alguien para llegar a tal punto. —Confesó subiendo sus hombros. —Pero a la vez, ¿dejar la joda y las minitas? Nunca. —Ambos rieron.
—Mirá, yo tengo el presentimiento que a los veinticinco te vas a casar.
—¿!A los veinticinco!? —Alzó la voz sorprendido. —Faltan dos años para eso. Ni a palo, vos tenes un pedo cerebral. —Negó asqueado. —A parte, no me quiero casar. Tampoco para tanto.
—Quizás el amor está cerca tuyo y todavía no lo viste. —Marti se encogió de hombros. —Uno tiene que escuchar al universo, que constantemente nos está dando señales.
Y cuando Gian quiso contestar y burlarse por lo filosófica que se había puesto su amiga, la puerta de la cafetería se abrió, interrumpiéndolos.
Los dos miraron rápidamente en esa dirección.
Y mientras esperaban que un grupo de personas quisiera robarles, solo obtuvieron una fila de cajas cayendo dentro del local.Servilletas, cucharas y cucharitas de plástico, algunos vasos descartables y sobres de elducorante y azúcar por el piso recién limpio y ordenado.
Caos. Solo caos.Detrás de esa inmensa fila de cartones había una chica que ahora miraba el suelo preocupada y asustada por el lío que había causado en dos segundos.
—Perdón, perdón, perdón. —Se disculpó rápidamente. Una vez tras otra, acercándose con rapidez hacia las cajas que ahora hacían en el piso, recogiendo cada una con sus manos. —Hablé con el señor Odoguardi, me dijo que trajera las cajas acá, yo empiezo mañana pero... —trató de explicar torpe y apresuradamente.
—¿Y vos quien sos? —La interrumpió Gian con un tono de voz enojado pero a la vez confuso.
Ella dejó lo que estaba haciendo para mirarlo y formar una sonrisa inocente y con culpa en su cara. —Me llamo Camila. Cami Jara.
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El café amargo de tus ojos | Giamila
FanfictionECADTO | au giamila (alternative universe). Ella necesitaba el empleo, a él lo obligaron a trabajar. Eran dos situaciones económicas totalmente distintas, sabiendo que, él era el hijo del dueño de la cafetería, y ella una empleada más. Con tan solo...