No Me Compres Con Tu Fama (3/4)

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Capítulo 3. Bienvenidos a la mansión del infierno.

By Bill.

-Bill, que esto yo no lo veo. – Tom no paraba de dar el coñazo tirándome del brazo con fuerza. Estaba seguro de que de un momento a otro me lo iba a sacar.

-¡Venga ya, optimista! ¡Vamos a la casa del Primer Ministro! ¡Eso es cool! – le recordó Georg con una enorme sonrisa en la cara.

-¿Cool? ¿¡Pero tú has visto las pintas del Primero ese!? ¡Ese está flipado, fliping total, quiero irme al hotel!

-Ya no hay hotel al que regresar, Tom. – suspiró Gustav, muy tranquilo.

-En la calle que está al lado del hotel, hay un puente que cubre mucho. Seguro que es acogedor.

-Tom, por favor

-¡Venga ya! ¿Tenéis idea de donde nos estamos metiendo? ¡En casa de la flipada esa! ¡La loca que me atacó! Por su culpa estamos en este lío.

-Ah, haber empezado por ahí. Tienes miedo de Elisa. – Tom se cruzó de brazos sobre el asiento de la enorme limusina, de morros.

-No, miedo no. Me cabrea, somos incompatibles, ¡Esta loca y me tiene manía! La convivencia con ella va a ser un infierno, os lo estoy avisando.

-Pues a mi me parece muy maja. Vale que se metió con Bill, pero a nosotros nos trató bien, ¿A que sí, Hobbit? – sonrió Gustav.

-Si. Nos invitó a una hamburguesa doble.

-¿Cuándo ha pasado eso? – pregunté, sorprendido.

-Antes de que se desplomara el escenario. Antes de la prueba del sonido. Nos preguntó por ti, Bill.

-¿Por mí?  

-Si. Preguntó que… - Los G's se miraron con una ceja alzada, yo tragué saliva, visiblemente interesado y nervioso.

-Dijo, vosotros sois majos, ¿Qué pintáis con el erizo ese y el viva la virgen de su hermano?

-Viva la virgen dice

-¿Y que le dijisteis? - Se encogieron de hombros.

-Que sois majos siempre y cuando no se os tocaran las narices.

-¡Bah! – Tom estaba quejica entonces.

-Bueno… ¿Y ella que dijo? – pregunté, sin ocultar mi interés.

-Pues… que tus pintas, Bill, la cabreaban y que se peleaba con Tom para que… - los dos empezaron a contener una risita tonta. Tom le pegó una patada suave a Georg, molesto.

-¿Para qué?

-Para que no intentara ligar con ella y no tener un montón de rastas pegadas al culo todo el día. – y se empezaron a descojonar de la risa. No pude evitar que se me escapara una risita cómplice, esa tía si que tenía dos par de ovarios bien puestos. Tom desencajó la mandíbula.

-Eso dijo eh… como si me interesara la jodida, ¡Si a por la que voy es a por su prima!

-Tom, tú vas a por todo lo que tenga faldas.

-Eh, no te equivoques. No soy un tío tan simple.

-Ya, ya. Parece que ya hemos llegado. – Gustav no apartaba la mirada de la ventanilla y en ese momento, la limusina se detuvo. Gustav se quedó boquiabierto mirando el exterior. – Joder… - abrió la puerta corriendo, saliendo con los ojos como platos.

-¿Y a este que le pasa? – gruñó Tom, esperando a que todos bajáramos de la limusina. – Estáis todos flipa… - y los cuatro nos quedamos igual. Con la boca abierta hasta el suelo, observando la mansión que había frente a nosotros. Mansión no, castillo… tal vez palacio. Un jardín enorme, con muchas flores, estatuas de piedra, una fuente en medio del jardín, árboles gigantescos y, finalmente, tras ese paraíso…

One Shot By SaraeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora