11 - Jeno

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Mi pareja era una mula testaruda.

—Jaemin, ¿cómo puedo hacerte entender? —Jaemin no podía salir a luchar. Era vital para mi existencia. Si algo le sucedía a él, me perdería. El vínculo entre nosotros era más que la telepatía mental.

Sentía su dolor.

Sentía su pena.

Incluso sentía su placer.

Si lo lastimaran, lo sentiría, y mi cólera aumentaría y sería imparable hasta que mi Sjol Kypher estuviera a salvo sin lesiones. Nadie estaría a salvo, ni siquiera mis hermanos. Sólo Jaemin estaría a salvo.

Era lo único que importaba.

Y él no parecía entender eso.

Suspiré profundamente, preguntándome si alguna vez Jaemin entendería. Él era un humano, no un Drakon. Él no comprendía qué tan fuerte era el vínculo entre nosotros, por no hablar de la necesidad que tenía de mantenerlo a salvo. Eso fue grabado en mí, justo en mi DNA.

Ni siquiera podía comprender el perder a Jaemin. Ese pensamiento era demasiado horrible. Prefería enfrentar a una horda de Vadok que incluso contemplar esa idea.

—¿Por qué no puedes...? —Mis palabras se apagaron cuando vi oscurecerse el rostro de Jaemin alejándose de mí.

—¿Por qué no puedo hacer qué? —Jaemin preguntó mientras sus ojos se estrecharon en pequeñas hendiduras de ira. Y, oh, él estaba enojado. Sus ojos casi quemaban mi piel en el momento en que me miró—. ¿Por qué no puedo quedarme en casa como una buena esposa? —Jaemin ladró—. ¿Es eso lo que ibas a decir?

«Esposa». Fruncí el ceño llenó de confusión. ¿De qué infiernos estaba hablando Jaemin? No lo considero una mujer. Uno, él no tenía el equipo adecuado. Dos, había intentado con mujeres una o dos veces durante mis siglos en la Tierra, y prefería más a los hombres. ¿Cuándo le había dado alguna indicación de que eso había cambiado?

—Jaemin, qu...

Me quedé con la boca abierta cuando vi a Jaemin ponerse de pie y retroceder algunos pasos, su rostro una máscara de furia roja. Nunca había visto a Jaemin de esa manera, y no era sexy en lo más mínimo.

No sabía qué hacer para cambiarlo.

Aún estaba tratando de averiguar qué exactamente era lo que había hecho que fuera tan malo.

—No voy a ser tu mujercita —bufó Jaemin moviendo la mano hacia la casa—, quedándome en casa esperando saber si regresas a mi vida cada vez que salgas a combatir.

—Jaemin —le dije con cautela sentándome y luego poniéndome de pie. No quería tener esta conversación acostado boca arriba en el suelo—. Nunca te he pedido eso.

—¿En serio? —Las cejas de Jaemin se elevaron—. Sólo me gritabas porque no regresaba a la casa en donde estaría a salvo. ¿Cómo eso no es decirme que me quede en casa mientras que vas a combatir a los monstruos de este mundo?

—Porque eso no es seguro —Me sentía como si estuviera con un niño enojado de dos años «¿Qué parte de malvadas criaturas que vivían para mutilar y matar Jaemin no entendía?»

—¡PUEDO CUIDAR DE MÍ MISMO! —Jaemin me gritó.

Apreté la mandíbula y me levanté tan derecho como pude, teniendo en cuenta que sentía como si Jaemin rasgara mi corazón nada más sacándolo de mi pecho. El dolor era profundo en mi interior a causa de sus palabras, que casi me doblaba.

Era obvio para mí que Jaemin no quería ser parte de mi vida, no con todo lo que implicaba. Estaba disgustado por la idea de que tendría que tomar mi sangre, se resistía a asumir el papel de mi Sjol Kypher.

Rojo dulce - NoMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora