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—Señor, el vuelo saldrá de Mondstadt en menos de media hora— mencionó uno de sus hombres, al tiempo que el pelirrojo terminaba de limpiarse su rostro con aquel pañuelo.

—Esta bien, en el auto puedo arreglar y limpiarme un poco. Después de todo, nadie más tiene porque verme en este estado— respondió, dirigiéndose a los demás agentes que había en el sitio —Ya saben, limpien todo para que no quede rastro de lo que sucedió... Y saquen la basura de este lugar.

—Señor, ¿Qué hacemos con-...?

—Déjenlo en algún sitio donde puedan encontrarlo, pero lo más lejos que puedan aquí. Dejemos que lo encuentren como la basura que es.

Cada uno de esos hombres asintió, comenzando con sus tareas y sacando el cuerpo de aquel tipo a rastras, antes de meterlo a lo que parecía una bolsa negra para evitar causar alguna sospecha innecesaria.

Ese almacén abandonado a las orillas de la capital de la Libertad, donde hace tan solo algunos minutos atrás se habían escuchado varias detonaciones del arma que ahora el otro se encargaría de esconder lo mejor posible, después de haber acabado con la vida de aquel tipo sin piedad alguna, no sin antes haberlo torturado de varias formas posibles, como el hecho de golpearlo hasta romperle los huesos de cada extremidad, de hacerlo suplicar por su vida aun sabiendo que no tendría escapatoria alguna.

Vaya, para lo que había sido el mismo infierno para la victima, había sido solo un simple día de juegos para ese chico que ahora salía del sitio como si nada, cuidando que no hubiese nadie más a su alrededor, subiendo a su auto para poder continuar con su camino al aeropuerto donde su vuelo aguardaba.

Sin embargo, mientras terminaba de limpiar las ultimas manchas de sangre visibles en su cuerpo y vestimentas, el tono de llamada de su móvil llamó su atención, sonriendo al ver aquel nombre en su pantalla.

—Hola preciosa, ¿Cómo estas?— habló con un tono más que dulce, sin tener absolutamente que ver con la frialdad que había mantenido hasta ahora ese momento —Sí, ya estoy cerca del aeropuerto, es solo que tuve que encargarme de algunos asuntos que me habían quedado pendientes... Oh, tranquila, claro que llego a tiempo, solo fueron cosas mínimas Sí, yo te hablo o te envio mensaje cuando llegue a Snezhnaya... Tú también cuídate, cielo, sí, nos vemos, te quiero.

Después de eso, solo colgó la llamada, aun manteniendo esa bonita sonrisa en sus labios al mismo tiempo que sus ojos mantenían un aura más que siniestra.

Vaya, todo lo que hacía por amor, ¿Verdad~?

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—¿Haciendo inventario?, ¿Qué no podía haberlo hecho solo?— preguntó con cierto fastidio aquella chica.

—Se supone que debe hacerlo él junto con el gerente. Lamento mucho la situación, _____.— se disculpó aquel chico de cabellos escarlata que acompañaba al moreno —Si quieres retirarte hasta tu turno-...

—¡Oh, vamos!, ¡Charles tuvo algunos inconvenientes con su familia hoy y no puedo asistir!, Así que pensé que la preciosa de _____ podría venir ayudarme, ¡Ya que somos muy buenos amigos!— pronunció el moreno, acercándose a la chica para poder abrazarla por sus hombros —¿Verdad que sí, _____?

—Kaeya...

—Esta bien, Señor Diluc— respondió ella con un tono más que tranquilo —No me molesta ayudar a Kaeya fuera de mi turno... Siempre y cuando se me paguen las horas extra como se debe.

—Eso es obvio, querida— afirmó el mayor —Igual, tienes mi permiso para golpearlo o regañarlo en caso de que se quiera pasar de listo.

—¡Hey!, ¡Pero se supone que yo soy el jefe aquí!— se quejó el peliazul.

—Usted tan gentil como siempre,  Señor Ragnvindr— agradeció la muchacha, mientras que el otro se despedía de ambos para dejarles trabajar en el negocio.

Un día nuevo, una semana nueva de trabajo terminada, por lo que era necesario que el trabajo de inventario se realizara en aquel agradable bar antes de que volviesen a abrir las puertas al publico en general esa misma noche.

Y como siempre, Kaeya tendría la forma de arrastrarla con él, para no tener que hacer ese "aburrido" trabajo a solas. Algo demasiado típico de aquel chico que hacia lo posible por mantenerse en el negocio de su familia sin tener que trabajar demasiado.

Bueno, al menos esa era una forma de distraerse y hasta divertirse en esos días donde volvía a su rutina de siempre, extrañando con devoción a aquel chico que, a pesar de tener menos de una semana fuera de Mond, ya extrañaba demasiado.

Cada vez que volvía a ver ese bonito anillo en su dedo, ella esperaba que él estuviese bien y que pronto volviesen a verse pronto.

—Eh, _____— escuchó la voz de Kaeya, quien se encontraba ahora con su mirada en el televisor del sitio —Tienes que ver esto.

—Kae, estoy ocupada aquí, espera a que-...

—Es enserio, tienes que verlo.

Las palabras algo más serias y hasta asombradas del moreno terminaron por hacerla voltear en su dirección con cierta confusión, para después dirigirse a la televisión, abriendo sus ojos al ver la noticia que pasaban en esos momentos, al tiempo que escuchaba la nota de la reportera en turno.

"En la mañana de este Lunes, se encontró el cuerpo de un hombre a las orillas del lado Sur del Lago Sidra. Este fue identificado como Luther Hardsson, un ingeniero bastante reconocido en Mondstadt. Su muerte fue presuntamente a causa de una herida de bala directa en su cabeza, además de múltiples golpes en brazos y piernas. Hasta ahora, no se tiene ninguna pista de que es lo que pudo haber ocurrido o de quien es el culpable de este desastroso crimen."

—Ese tipo... ¿No fue el que hizo que perdieras tu trabajo en el Jardín de Niños?— preguntó el mayor, a lo que la otra asintió —Vaya, pues, tal vez se escuché muy cruel de mi parte por lo horrible que fue su muerte, pero... ¿Justicia Divina?

La chica no dijo absolutamente ante eso, si no que simplemente seguía más que atonita al escuchar aquella noticia, para después agitar un poco su cabeza.

—Solo... Espero que su hijo este bien— murmuró, antes de solo continuar con su trabajo, teniendo una sensación mas que extraña en su ser después de recibir esa información.

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🌀𝐌í𝐚🌀 Cruelty IV [Genshin Impact AU] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora