Capitulo Tres

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Un lugar llamado hogar, mismo que lejos de ser acogedor es mas bien frio y desolado, donde lo único que te acompaña en las noches frías donde el invierno se hace presente, es el sonido del televisor encendido. Aquellos sonidos emitidos por los diferentes programas son los únicos capaces de romper el silencio que inunda cada rincón de mi hogar y me ayudan a olvidarme por un instante de la soledad en la que me encuentro inmerso sin aparente salida.

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Un nuevo día había comenzado, lentamente comencé a abrir mis ojos un tanto enrojecidos por los pupilentes usados la noche anterior. Los frote un poco con mis manos para poder observar mejor el techo color blanco que sobre mi se encuentra, el mismo que todas las mañanas se convierte en lo primero que observo al despertar, para después esperar pacientemente a que la alarma de mi despertador suene.
Es interesante despertar antes de que aquel sonido resuene por toda la habitación, pues lo veo como una pequeña competencia personal entre aquel reloj y yo, viendo quien es capaz de despertar primero. Se que esto suena patético, pero de alguna forma le da cierto sentido de triunfo a mis mañanas frías y desoladas.
Una vez que aquel sonido deja de sonar, cambio mi pijama por ropa deportiva y después de colocarme los tenis y abrochar las agujetas, me dirijo hacia la caminadora eléctrica que en una de las habitaciones se encuentra, pues mi aspecto físico es demasiado importante para mi.
Sé muy bien que a nadie le gusta ver a un chico obeso masturbar su pequeño pene escondido debajo de su estomago abultado y tampoco es atractivo un chico esquelético tomando su pene con sus manos huesudas. Es por esto que todas las mañanas me dedico a hacer ejercicio y mantener mi abdomen plano y mis glúteos firmes y redondos, pues se que son algunas de las cosas que mis seguidores disfrutan y ciertamente yo también disfruto bastante el que elogien mi cuerpo delgado y tonificado.
Después de realizar un poco de calentamiento y algunos ejercicios que en línea encuentro, procedo a preparar mi desayuno lo bastante balanceado y al terminar lavo los trastes usados.
Una vez que todo esta en su sitio me dirijo a mi sofá donde miro un poco de televisión o simplemente observo algunas notificaciones y videos en mi celular en busca de inspiración para mi nueva transmisión.

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Mi vida es simplemente aburrida, un bucle interminable sin aparente salida y aunque en ocasiones la soledad me golpea y mi mente me pide a gritos salir de estas cuatro paredes, debo decir que estoy conforme viviendo de esta forma, pues al menos aquí nada podrá lastimarme.
Mientras me encontraba recostado en el sillón pensando en lo miserablemente maravillosa que es mi vida, el timbre comenzó a sonar como todos los domingos al medio día. Lo único que me hace decir que tengo alguna especie de contacto humano son las entregas que el personal de recepción hace en mi casa y aunque odio el contacto con las personas, me es llevadero pues sin estas entregas no tendría comida para vivir.
-Hola, buenas tardes joven Tweak- menciono el mensajero del edificio, un señor de edad un poco avanzada para la labor que desempeña.
A pesar de los años que este señor a entregado mis paquetes, no logro acostumbrarme a este tipo de contacto social, solo puedo decir que lo único que amo de este sujeto es que jamás ha intentado socializar conmigo más allá del saludo habitual de buenas tardes. De alguna forma sentía que entendía mi situación y que por ande no insistía en generar un vinculo entre empleado y residente.
Algo que me pareció extraño de esta entrega era que el señor del que suelo olvidar su nombre, no traía en sus manos mi paquete, desconcertándome un poco la situación.
-Hoy además de entregarle su caja, quiero informarle que a partir de la siguiente semana este chico será el encargado de traer sus paquetes- menciono sin más para después aparecer frente a mí un chico tan alto que tenía que levantar mi rostro para poder mirar el suyo.
Por un instante nuestras miradas se conectaron y fue aquí que agache mi rostro rápidamente, pues quería evitar que pudiera observar mi rostro sonrojado.
Aquel chico poseía un rostro tan bello que parecía irreal, su mirada tan penetrante hacia que me estremeciera pues no era necesario observarlo para saber que su mirada la estaba clavando en mí.
Mi mente no podía dejar de pensar en lo hermosos que son sus ojos, en lo afilada que es su nariz, en aquellos labios delgados y un tanto rosados, pero sobre todo en el lunar debajo de su ojo izquierdo que lo hace ver tan lindo.
Su cuerpo era tan atlético que sus hombros anchos me volvían loco, era la primera vez que veía un espécimen masculino tan maravilloso, que simplemente no podía procesarlo adecuadamente.
-Buena tarde, nos veremos la próxima semana- aquellas palabras despertaron mis sentidos, pues no sólo su cuerpo era atractivo si no también aquella voz que su boca emitía, un tono suave aunque con algunos toques nasales, pero que en el sonaba tan perfectamente armoniosa.
Al bajar mi caja junto a mi puerta pude ver los músculos de sus brazos, estando tan firmes y desarrollados, pero sin llegar a ser toscos y enormes. Algunas venas resultaban en ellos y sus manos tan enormes me inquietaron de sobremanera.
Mi respiración se agitaba con cada movimiento de su cuerpo, mientras que mi corazón comenzó a latir descontroladamente, no entendía que era esto que en mi cuerpo sentía, solo podía pensar en lo mucho que quería tocar su brazo y sentir más cerca de mi ese aroma que de él emanaba.
-Bien joven Tweak, espero que usted y Craig lleven una buena relación y no exista ningún inconveniente, hasta luego-
Mencionó aquel anciano para después proceder a cerrar mi puerta rápidamente frente a ellos. Me gire y corrí rápidamente hasta mi habitación, cerré la puerta y me lance sobre la cama para después cubrirme con mis mantas.
Una emoción tan grande e indescriptible era la que sentía recorrer mi cuerpo, las dudas sobre lo que esto significaba comenzaron a abrumarme y la única respuesta coherente que pude encontrar era que es mi primera vez enamorándome de otro hombre.
Al llegar la noche me bañe y cambie como de costumbre, me dirigí hasta la cama y una vez que envolví mi cuerpo entre los cobertores, procedí a cerrar mis ojos y así comenzar a dormir, pero para mi mala suerte miles de pensamientos llenaron mi cabeza, evitando así que pudiera conciliar el sueño.
Me preguntaba si de verdad me había enamorado o solo fue la sorpresa de ver a un nuevo chico en el edificio, quizá solo fue la avalancha de emociones generadas por la despedida de quien era mi mensajero o simplemente su belleza me cautivo, pero no de tal forma para llamarlo enamoramiento.
Me negaba una y otra vez este hecho, pues en todos mis años de vida jamás me he sentido atraído por alguien del mismo sexo. Si bien me encanta estimular mi próstata y meterme cosas por el culo, siempre he tenido una atracción profunda por las chicas y un buen par de pechos enormes y firmes, por lo que el sentirme atraído de esta forma por aquel chico de quien he olvidado su nombre, no debe ser más que una confusión de mi cabeza loca.
Con el pasar de los minutos y el repetirme una y otra vez que todo es una confusión fue que poco a poco pude caer en los brazos de Morfeo y así sin darme cuenta termine profundamente dormido.

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Una extraña calidez comenzó a recorrer mi abdomen, la briza que golpeaba mi piel desnuda me hacia estremecer, pero aquel suave toque que me acariciaba con dulzura me hacía olvidarme de aquel viento helado.
Mis ojos seguían aún cerrados, manteniendo mi cuerpo totalmente inmóvil dejándome llevar por cada una de las caricias recibidas. Aquel toque llegó hasta mis pezones, al ser tocados no pude evitar gemir un poco y una vez que aquella mano comenzó a pellizcarlos no tuve más opción que dejarme llevar por la lujuria que poco a poco invadía mis extremidades.
Algunas lamidas y secciones comenzaron a ser propinadas a mis pezones que aún escondidos se encontraban. La succión que aquella boca daba a estos hizo que poco a poco empezarán a brotar, aunque ni yo me he atrevido a sacarlos completamente.
Sentí como lentamente me iban despojando de mi ropa inferior, dejando salir mi miembro duro y con un poco de presemen ya brotando de su punta. Aquella mano un tanto callosa comenzó a masturbar desde la base hasta la punta mi pene, dejando salir varios gritos de placer.
-Ya estas tan mojado con tan poco-.
Solo al escuchar esa voz burlarse de mí fue que abrí mis ojos de par en par, levantando mi torso por completo debido a la sorpresa.
-Oh Dios, como es que tu ... como es que llegaste aquí- exclame fuertemente debido al gran asombro de ver al nuevo mensajero con mi pene llenando su boca e instintivamente lo tomé por sus cabellos negros en un intento por detener la felación que comenzaba a hacerle a mi miembro.
-Dé que do defeas (sé que lo deseas)- exclamo sin sacar mi miembro de su boca.
Poco a poco comenzó a succionar y a usar su lengua para estimularme, el observar aquella saliva deslizándose por las orillas de su boca logró que terminará rindiéndome al placer.
Con mis piernas sobre su espalda y la mía totalmente encorvada, aquel azabache siguió con tal acto, introduciendo en su totalidad mi pene llegando a la entrada de su garganta, succionado mientras acariciaba mis bolas fue que el placer llegó a su máximo nivel y fue así que no pude contenerme más.
-Aaahggg .. mmmhh- exclame llenado su boca con mis fluidos.
Al sacar mi miembro lo hizo de forma lenta acariciando mi pene con su lengua hasta que la punta quedó sobre esta y el seme se comenzó a escurrir sobre mi polla. Estimulando mi pene fue que tomó todo el semen del mismo y colocándolo en sus dedos fue que comenzó a tocar mi entrada.
La sensación de sus dedos en mi agujero me asusto un poco, pues aunque no es mi primera vez estimulando esa parte, si es mi primera vez siendo tocado por alguien mas.
Introdujo su dedo medio y sin piedad alguna arremetió una y otra vez contra mi ano, para después y sin previo aviso meter un segundo dedo haciéndome gritar tan fuerte debido a la mezcla de dolor y placer generado. Mis gemidos no cesaban ni por un minuto, sus dedos tan largos y gruesos me llenaban de tanto placer que en un momento mi cerebro parecía derretirse, estaba perdiendo completamente la razón.
-Mete tu pene, dámelo todo dentro- mencioné mientras tomaba con mi mano la suya que en mi ano se encontraba, deteniendo la entrada de sus dedos en mi interior.
Tomo mis rodillas para abrir por completo mis piernas, lentamente fue bajando su cierre liberando así a tremenda anaconda que en sus pantalones se escondía. Era tan largo y grueso que no tenía nada que envidiarle a algún dildo de gran tamaño.
Por un momento sentí miedo al pensar que aquel enorme pene estaría dentro de mi, pero esta misma idea es la que me hacia desearlo con locura, pues la intriga de saber como es que se siente tener un verdadero pene de carne y grueso dentro de mí era más fuerte que mi miedo.
Su miembro completamente erguido tomó su lugar entre mis piernas, acariciando con la cabeza mi ano para después comenzar a introducirlo dentro de mi.
Tome fuertemente las sábanas que cubrían la cama, pues debido al tamaño el dolor era demasiado a tal punto que sentía que mi interior se terminaría desgarrando.
-Gime tan fuerte como la maldita perra que eres-.
Una fuerte embestida fue propinada a mi culo de manera rápida y salvaje, introduciendo en su totalidad su miembro en mí. Mi espalda se arqueo por completo, mi rostro completamente rojo y con la boca abierta de par en par era la muestra de lo fuerte que había entrado dentro de mí.
Abrace su cuerpo con mis piernas mientras mis uñas arañaban sus brazos grandes y fornidos. Una parte de mi pedía a gritos que comenzará a moverse y me embistiera una y otra vez hasta romperme en dos, pero otra más pedía tiempo para acostumbrarme al tamaño.
-Respira o esto terminará antes de comenzar- comento mientras balanceaba su cadera, sacando su pene de mi ano avisándome de alguna forma que comenzaría a moverse y así penetrarme una y otra vez.
Estaba listo, quería con toda mi alma que me destrozará, cuando sin más ....
-PIIIII ... PIIIII ... PIIII- la alarma de mi despertador sonó.
-GHAAAAA ... MIIERDAAAAAA-.

El Arte De Amarte - BDSM +18 - copiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora