—¿Ya lo tienes?—me dijo mi compañero, quién estaba asegurándose de que nadie nos viera en aquel callejón oscuro a las 0:00 de la noche.
Estaba reteniendo a un vampiro, y no me malinterpretéis, no caso a todos los vampiros que habitan en este pueblo, cazo solo a los vampiros cuya sangre no tiene compasión por los humanos y cazan por pura diversión, son temerarios y habitan en las sombras esperando a matar y causar miedo.
Odio a los vampiros, desde que mis padres murieron a causa de uno, juré que mataría a todo aquel que se dispusiera a matar a gente inocente.
El vampiro al que estaba reteniendo, estuvo a punto de violar a una mujer, para después matarla y beber su sangre hasta quedar seca.
Cuando mi compañero Caius se aseguró de que nadie nos viese, vino y me ayudó, él agarró al vampiro del brazo derecho, mientras yo, agarrándolo del brazo izquierdo, le clavé dos estacas de madera en el corazón, el vampiro se retorcía del dolor y podía ver como lentamente le faltaba el aire y se moría, bueno, más bien se desvanecía.
No podíamos soltarlo hasta que este estuviera marchitado por completo, cosa que duraba un par de minutos, y más él, que era uno de los más fuertes y despiadados, nunca supe su nombre, tampoco me interesaba.
Pasó la media hora y ya no quedaba ni rastro de él, se había marchitado por completo, después del trabajo hecho, fuimos a comisaría, quién estaba la mujer a la que atacó, le ofrecimos una seguridad especial y le garantimos que jamás volverían a tocarla, la mujer lo agradeció mientras lloraba, verla así, en ese estado tan puro, roto e inocente me destrozaba por completo.
Sé lo que se siente, sé cómo se siente que te invada el miedo y llores hasta causarte dificultad para respirar, sé cómo se siente temer a los vampiros, yo también era así, pasé años de mi vida sin poder salir a de casa, por miedo a que uno de ellos atentase contra mi vida, tal y como lo hicieron con mis padres, pero un día me armé de valor y decidí que un vampiro jamás tomaría control sobre mí.
Después de aquella noche, llegué a mi casa, que estaba a unas pocas cuadras de la comisaría, no era una casa muy grande, pero desde luego, pequeña no era. Estaba hecha de madera, como una cabaña pero más grande de lo que una cabaña de normal suele ser.
Me quité la chaqueta negra que llevaba, me quité los zapatos y me dirigí al lavabo, me miré al espejo, solo podía darme asco mi rostro, siempre terminaba abrumado y hecho polvo cada vez que iba a cazar, no solo era uno o dos vampiros por día, eran más y más, cada vez se intensificaban y no podía ni si quiera descansar.
Tenía unas grandes ojeras debajo de mis ojos verdes y mi pelo rubio estaba desordenado y grasiento, necesitaba una ducha cuanto antes, necesitaba volver a la rutina, necesitaba volver a cuidarme la cara, que bien, tampoco tenía ningún grano, ningún punto negro y mis pecas resaltaban como siempre, pero había algo que me hacía sentir sucio.
Me desnudé y dejé la ropa dentro de la canasta de ropa sucia, me metí a la ducha y pude aliviarme de todo, automáticamente dejé de pensar en todo lo malo y puse mi mente en blanco, el agua caía, era fría y sentía como penetraba cada parte de mi cuerpo, estaba acostumbrado a tomar duchas frías pero prefería mil veces antes las duchas calientes.
Después de lavarme todo el cuerpo, el pelo y quedar como nuevo, salí de la ducha, me até la toalla a la cintura y salía a fuera, puse una secadora para que mañana por la mañana ya tuviera mi ropa lista.
Me sequé y me puse una camisa blanca de manga corta y unos pantalones de cuadros de color blanco y azul para estar por casa, me senté en el pequeño sofá que compré hace poco y leí el periódico de esta mañana, no me había dado tiempo ni si quiera de leerlo ya que estuve todo el día ocupado.
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HUNTER
VampireUn vampiro llamado Atlas, quién ha estado casi toda su eternidad solo, acompañado con su tristeza y vacío, conoce a Clive, un cazador de vampiros que no tiene compasión alguna por los vampiros, desde el momento en que se conocen, algo hace que se at...