Sintió el árbol la caricia
de una mano femenina
en su tosca piel
y después, la punzante herida
de un cuchillo
grabando en ella
una promesa de amor.
Y pensó en extraño desvarío
que el afortunado elegido
no era otro, sino él.
DESVARIOS DE UN ARBOL
Sintió el árbol la caricia
de una mano femenina
en su tosca piel
y después, la punzante herida
de un cuchillo
grabando en ella
una promesa de amor.
Y pensó en extraño desvarío
que el afortunado elegido
no era otro, sino él.