Te mataron y no pudieron,
hombres que no eran hombres
ni sabían lo que eran;
almas de amianto
y de plomo las calaveras.
Y así andas
muerto que no muerto
por senderos y veredas.
Ante ti se inclinan solemnes
lirios y adelfas
Entre los olivos te buscan la brisa y
la luna y los toros
entre el cielo y la dehesa.
Blancas paredes
se vuelven más blancas
al ver tu muerte de cerca.
A orillas del Guadalquivir
las gitanillas
disimulan su llanto
al son de las panderetas
¡Ay García Lorca, García Lorca!
En mala hora topaste
con la flor del mal abierta.
En mala hora truncó tu rima
seco estruendo de escopetas