Día uno

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Hanni abrió la puerta de su casa con una dulce sonrisa de oreja a oreja. Minji quedó algo sorprendida al percatarse de las feromonas que su omega desprendía. Estas estaban más alborotadas de lo normal, así que, Minji dedujo que era por su celo. Era el primero que pasaba, por ello, quería estar con ella. Iba a ser especial, estaba segura de ello.
Tan solo bastó con abrir la puerta y un fuerte olor a chocolate impactó en las fosas nasales de Minji, dejándola algo aturdida.
- ¿Vas a pasar o qué? -preguntó Hanni mirando al cielo nocturno. Minji entró sin articular ninguna palabra aún. Se dirigió a la isla de la cocina y dejó una bolsa encima. Había traído algunas cosas para pasar el celo con su pareja. Era muy consciente de las cosas que, posiblemente, iban a ocurrir en esos tres días, siendo el último el más importante. Pero prefirió no decirle nada a Hanni y tomarlo como una "sorpresa".
Minji todavía estaba acostumbrándose al fuerte olor de su omega. Sin duda, podía olerlo cualquiera que se acercara a la casa, y esa idea no le estaba gustando en absoluto.
- ¿Por qué estás tan tensa? Ven aquí conmigo -dijo Hanni desde el sofá fingiendo tristeza. Minji se acercó a ella.
Hanni por fin podía disfrutar del intenso aroma de su alfa. Olía a menta, y le encantaba más que nunca.
Minji estaba en alerta sin motivo alguno. Por defecto era demasiado protectora y territorial, pero no le gustaría que su omega llamara la atención de otras personas.
Tomó a Hanni por las caderas lo más delicadamente posible y la colocó encima suya para comenzar a dejar pequeños y dulces besos en su cuello con olor a intenso chocolate. Hanni empezó a reír debido a las cosquillas que Minji estaba provocando a su paso. Hanni apoyó su cabeza en el hombro de Minji para dejarse llevar por su alfa, quien, por el momento, solo estaba besando su cuello delicadamente. «Parece una maldita gata en celo», pensó Minji tratando de no perder el control de la situación, pero Hanni se meneaba en círculos creando fricción entre intimidades sin mucho éxito, pues ella no sabía cómo seguir, esperaba que su alfa tomara el relevo. Minji quería, claro que quería, pero tenía algo de miedo de lo que pudiera ocurrir en un futuro.
Hanni no tardó en cansarse y empezar a jadear. Al parecer, ya se había cansado, era muy débil. Pero quería más. Aquello consiguió sacarle una risa a Minji.
La más alta cargó a Hanni muy delicadamente, como si se tratara de una muñeca de porcelana, y llegó a su diminuto dormitorio. Allí olía aún más a chocolate. Eso fue más que suficiente para despertar a Minji del todo. Ella quería ser delicada, pero las ganas le consumían por dentro. Sin embargo, debía aguantar, costase lo que costase, hasta el último día.
Dejó a Hanni en la cama boca arriba, ella suplicaba ser dominada por su alfa entre gemidos y jadeos involuntarios.
Minji bajó lentamente las bragas de Hanni y las tiró, ya estaban algo mojadas. Dejó a su omega con tan solo una camiseta blanca que Minji le había prestado cuando empezaron a salir, por lo tanto, le quedaba como dos tallas más grande. Eso le hacía verse aún más pequeña y frágil de lo que ya era. En esos momentos, Minji juró que Hanni no llevaba nada más debajo.
- Min... -gimoteó retorciéndose y agarrándose a las sábanas esperando a que Minji hiciera algo en cuanto antes. La más alta abrió sus piernas con cuidado y, cuando ya estaban suficientemente separadas, bajó hasta encontrarse con su húmeda intimidad.
- ¿Tantas ganas tienes, Pham? -preguntó Minji burlándose de la bajita. Hanni simplemente asintió con los ojos ligeramente cristalizados.
- Por favor, Minji... -suplicó una vez más para que Minji se dispusiera a hacer algo con ella de una vez por todas. Hanni se agarró a la almohada en la que apoyaba su cabeza en cuanto sintió los largos dedos de Minji entre los pliegues de su zona íntima. Comenzó con caricias lentas y suaves para desesperar más aún a su omega.
La habitación no tardó en llenarse de suplicas y gemidos de parte de Hanni. 
Minji, una vez se aseguró de que estaba lo suficientemente lubricada, desatendió el clítoris de Hanni para fijarse más en sus pechos que, debido al celo, estaban un poco más grandes. No dudó en aprovechar la situación.
No bastaban sus manos para abarcar los pechos de Hanni. «Joder», maldijo Minji en su cabeza una y otra vez. Sin duda, no dejaría que nadie tocase a se omega en la vida, de lo contrario, no se lo perdonaría en la vida. Minji metió sus manos por debajo de la camiseta y masajeó sus tetas en círculos dejando los pezones erectos y erizando la piel de Hanni a su paso. Admiró por un instante la preciosa imagen de su pareja, todavía no lo creía.
Hanni no podía callar los gritos de placer y eso a Minji le volvía loca. Siguió masajeando lentamente los pezones de la sumisa. Tenía un plan en mente.
Hanni abría las piernas esperando que la otra bajase, pero no iba a ser tan fácil. Por otro lado, el aroma a menta de su alfa la dejaba aturdida, siendo así más difícil hacer nada.
- Kim... -jadeó- ¿Qué estás haciendo? -preguntó con dificultad ahogando los gemidos. Minji solamente le dedicó una sonrisa pícara. Hanni dedujo a dónde quería llegar.
Minji se metió bajo la camiseta de Hanni e introdujo uno de los pezones en su boca acariciándolo con la lengua. Hizo que su omega soltara un gemido aún más alto. Comenzó a succionarlo con precisión mientras acariciaba los muslos de Hanni, acercándose cada vez más a su intimidad. Siguió así hasta conseguir que del pecho de Hanni fluyera una sustancia blanca. Minji no dudó en probarla. Era dulce, mucho, y le encantaba. Hanni cerró los ojos por instinto y echó su cabeza lo más atrás posible. Ni siquiera ella sabía que sus mamas eran capaz de aquello, pero disfrutó del momento esperando que nunca acabara.
Una vez Minji acabó, volvió abajo con sus dedos. Lentamente retomó lo que antes había dejado aparte. Al principio era lento y delicado, pero no tardó en aumentar la velocidad.
Hanni no podía parar de gemir. Como consecuencia, una fina capa de sudor cubrió su cuerpo.
Minji quería que su omega se lo pasara mejor, entonces, la apoyó en el respaldo de la cama y puso su otra mano en el cuello de Hanni, haciendo que no pudiera gemir libremente. Sin duda, más excitante. La más alta se olvidó del posible daño que podría causar y apretó el agarre. Volvió con el clítoris de Hanni, incrementando la velocidad.
Hanni quería gritar de placer porque estaba apunto de llegar al orgasmo, y Minji lo notó. Para desesperarla más, introdujo uno de sus dedos dejando la fricción de lado.
- Minji... -dijo Hanni difícilmente. Agarró la mano de Minji y, con las pocas fuerzas que le quedaban, hizo presión e intentó introducir aún más el dedo de la contraria. A continuación, Minji introdujo otro dedo más. Unas pocas estocadas más sirvieron para que Hanni llegara al orgasmo, dejando sus fluidos en los dedos de Minji.
La omega quedó más que satisfecha, y ni hablar de Minji, quien se tumbó junto con Hanni hasta ser abrazada por ella. No tardaron en quedarse dormidas.

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